Life is Strange: True Colors es una montaña de emociones. En todos los sentidos. Tras quedar contento con su primer capítulo, los dos siguientes me han dejado un sabor agridulce. No obstante, esas sensaciones han mejorado con el cuarto capítulo y, finalmente, el quinto me ha causado una honda impresión.
Puede que las expectativas generadas con el señalado primer capítulo no se hayan visto del todo satisfechas. No importa. Muchas veces, las obras que más nos marcan son, precisamente, aquellas imperfectas. Life is Strange: True Colors, sin duda, lo es. Sin embargo, estoy seguro de que la historia de Alex jamás se va a marchar de mi lado.
Antes de continuar, me gustaría realizar una advertencia. En trailers y sinopsis oficiales se hace un spoiler importante del primer capítulo. Yo no voy a hablar de ello en mi análisis, pero os recomiendo que, antes de jugar, esquivéis cualquier vídeo o texto en el que esta información os pueda ser revelada.
El don (y la maldición) de Alex
En Life is Strange: True Colors, desarrollado por Deck Nine Games (Life is Strange: Before the Storm), conocemos a Alex Chen. Alex siempre ha ocultado que cuenta con una habilidad sobrenatural para sentir, absorber y manipular los sentimientos intensos de los demás, que percibe como auras de colores.
Tras vivir duras experiencias tanto en el sistema de acogida estadounidense como con numerosas familias adoptivas, decide marcharse a vivir con su hermano Gabe a Haven Springs, un pequeño pueblo minero de Colorado. Allí, Gabe ha encontrado un hogar. Alex podría obtener lo mismo. Por desgracia, un trágico suceso lo cambia todo.
Al principio, Haven Springs se muestra como un lugar apacible donde la mayor parte de sus habitantes derrocha amabilidad y cercanía. Pese a ello, ciertos indicios parecen indicar que algo oscuro se esconde bajo esa aparente naturaleza idílica.
Alex se ve obligada a ir en busca de la verdad. No lo tiene fácil, pues se enfrenta a fuerzas poderosas y peligrosas. Para tener éxito, necesita conocerse a sí misma y controlar su poder.
Una parte intermedia mejorable
Las mecánicas más interesantes giran alrededor de la habilidad sobrenatural de Alex. Gracias a ella, conoce lo que sienten determinados personajes. Esta información es indispensable para forjar sus relaciones con amigos y vecinos, a quienes puede ayudar y, en definitiva, cuyas vidas cambiará debido a las decisiones que acabe tomando.
Probablemente, el juego se queda corto en lo que se refiere a opciones de diálogo con el resto de personajes. En este sentido, debido a las características de Alex, los vínculos son construidos a partir de sus observaciones y reflexiones. Esto no es algo necesariamente negativo. Sin embargo, si se hubiera dado una mayor importancia a las conversaciones, estas relaciones de habrían desarrollado de una manera más orgánica. Por lo tanto, el jugador se habría visto más implicado.
Tengo sensaciones encontradas con los personajes de Life is Strange: True Colors. Considero que caen en determinados estereotipos que, en lo personal, me han sacado de la historia en no pocos momentos. Esto se extiende incluso a la propia Alex.
Dicho esto, debo señalar que estas desconexiones emocionales han coincidido mayormente con aquellos momentos de la trama que menos me han interesado. El segundo capítulo, pese a algún momento especialmente conseguido (aunque con algún detalle poco sutil que, de nuevo, me ha sacado de la experiencia), tiene un desarrollo algo plomizo. El tercero también me ha dado la sensación de estar dando vueltas sin un propósito claro, pero sus guiños a los juegos de rol, incluidas ciertas innovaciones en las mecánicas, le aportan una frescura que se hace necesaria en ese instante. Además, cuenta con uno de los mejores momentos del juego en su cuarta escena.
Un momento en que todo cambia
En ese punto, Life is Strange: True Colors podría haber acabado despeñándose. Sobre todo, teniendo en cuenta que, por lo general, sus mecánicas son bastante limitadas (básicamente, mirar, hablar y usar tu poder para obtener más información). Sin embargo, algo mágico sucede.
Las mejoras vislumbradas en el cuarto capítulo (el cual finaliza con un impactante cliffhanger) cristalizan en un quinto para el recuerdo. Los personajes se sienten más vivos y cercanos que nunca. Los recursos narrativos y visuales alcanzan un nivel pocas veces visto en el resto de la obra. Las emociones se viven a flor de piel. Te metes irremediablemente en el universo planteado. En definitiva, Life is Strange: True Colors cobra un sentido especial que compensa todas aquellos aspectos mejorables.
Tómatelo con calma
No conviene jugar a Life is Strange: True Colors con prisas. Haven Springs es un personaje más y es necesario recorrer sus esquinas y edificios accesibles para conocer todos los detalles sobre su historia y habitantes. Eso sí, se echa en falta poder contar con más lugares disponibles, pues estos se limitan la mayor parte del tiempo a un parque, una calle principal, tu apartamento y cuatro negocios (un bar, una tienda de discos, una floristería y un dispensario).
He comentado que puedes usar tu poder sobre personas, pero también puedes hacerlo sobre objetos con una carga emocional determinada. Al usar tu habilidad sobrenatural con ellos, desbloqueas un recuerdo vinculado.
Alex reflexiona en su diario sobre estos recuerdos, así como sobre encuentros en los que ha sentido emociones ajenas. También podemos leer los mensajes que ella intercambia con otros personajes. Son dos de los apartados que más me han hecho disfrutar, pues funcionan como elementos compensadores de la endeble profundidad que caracteriza a ciertos tramos de la historia. Por su parte, la sección dedicada a MyBlock (una especie de Facebook local) constituye una simpática forma de enriquecer el contexto de Haven Springs y sus vecinos. Por supuesto, estos contenidos también se ven condicionados por las decisiones que el jugador adopta a través de Alex.
Conclusión
Unas localizaciones preciosas, unos gráficos correctos (he jugado en PS4 pero, al parecer, en PS5 se mejoran notablemente aspectos como las animaciones faciales respecto a otros Life is Strange), una BSO idónea (aunque algo homogénea) y ciertos guiños agradables (poder jugar a Arkanoid) terminan de construir esta obra. Por otro lado, se facilita la rejugabilidad gracias a un menú que te permite seleccionar escenas para tomar otras decisiones o realizar acciones que hayas pasado por alto.
Ya he dicho que esta no es una obra perfecta. Se echan en falta más diálogos y localizaciones, una construcción de personajes más sofisticada y una mayor variedad de mecánicas y situaciones. Pese a todo, sus momentos más conseguidos, así como un tramo final brillante, compensan estos puntos negativos para ofrecer una experiencia que se queda dentro de ti y, con suerte, te ayuda a conocer más de ti mismo. No es poca cosa.
Life is Strange: True Colors ha salido hoy, 10 de septiembre, a la venta para PS4 y PS5. Por su parte, Life is Strange: Wavelengths, el DLC de la historia de Steph Gingrich (ya vista en Before the Storm y uno de los personajes principales de True Colors) estará disponible el próximo 30 de septiembre para quienes compren la Deluxe Upgrade, la Deluxe Edition o la Ultimate Edition.