FESTIVAL DE MALAGA 2024
El cine español sigue de celebración. Una vez concluidos los Premios Goya, junto a otros como los Premios Feroz y Premios Forqué, merece la pena centrar nuestra atención en los diferentes festivales de cine que se desarrollan en nuestro país a lo largo del año. Uno de los más destacados (y queridos en nuestra redacción) es el prestigioso Festival de Málaga que, en esta ocasión, va a celebrar su 27ª edición del 1 al 10 de marzo en la ciudad malacitana.
Como una forma de calentar motores de cara a esta cuenta atrás, hemos decidido hacer un repaso de las distintas obras que formaron parte de la programación de la edición del año pasado, cuya cobertura realicé en colaboración con mi compañero Fernando Criado. Así, hemos optado por elaborar una selección con las que consideramos las diez mejores películas que pudimos ver en la 26ª edición del Festival de Málaga.
Cabe señalar que el orden elegido para presentarlas se basa en el recorrido y el reconocimiento que han tenido las obras hasta el día actual más allá de cuál sea mi opinión personal sobre las mismas. Además, hemos organizado la lista en dos artículos (siendo este el segundo), donde combinamos obras con mayor y menor recorrido. Puedes leer la primera parte de este artículo aquí.
Del mismo modo, nos hemos encargado de elaborar una pequeña ficha informativa sobre ellas y recopilar las críticas realizadas sobre las mismas, además de las opciones existentes para poder revisitar estas obras a través de plataformas de streaming (señaladas al final de cada reseña). ¡Vamos a ello!
AVISO: Puedes consultar los trailers de cada película pinchando sobre la ficha técnica.
‘Upon Entry (La llegada)’
Comenzamos con una de las obras más destacadas del último año. Tras su paso por el Festival de Málaga (donde Alberto Ammann recibió el reconocimiento a Mejor actor), recibió multitud de nominaciones en los premios nacionales, incluyendo los Premios Goya. Además de las reseñables interpretaciones de la película, lo más alabado ha sido el guion de Alejandro Rojas y Juan Sebastián Vasquez por su habilidad a la hora de crear una historia breve, pero cargada de tensión.
Dentro de la experiencia del festival, recibí ‘Upon Entry’ como una propuesta entretenida y agradecida con el espectador. Estamos ante una obra con una duración especialmente corta (poco más de una hora), lo que hace que la experiencia pese tanto para bien como para mal. Resulta positivo que sea entretenida y no nos ocupe mucho tiempo, pero al mismo tiempo, es posible que se nos haga poco y terminemos un poco decepcionados por la falta de ambición de la obra. Pero, ¿realmente era necesario que la película fuera más allá?
‘Upon Entry’ nos atrapa desde el primer momento apelando a un miedo muy general y extendido como que un viaje de avión y los trámites aeroportuarios puedan complicarse. Solemos plantarnos en los aeropuertos con un temor bastante irracional a que un malentendido o un despiste por nuestra parte (o la mala fe de otros) pueda complicar el paso por el control o la llegada a un destino.
Justamente por eso nos resulta muy fácil ponernos en la piel de una pareja joven que ha decidido mudarse a Estados Unidos para iniciar una nueva etapa y que, solo al llegar, se enfrenta con más problemas de los que debería, siendo trasladados a la sala de inspección secundaria. Aquí la obra juega con nuestros propios temores y suposiciones: ¿será por racismo (al ser él latino y existir una política de inmigración estricta en EE.UU.) o de verdad esta pareja no es lo que parece?
En este sentido, todo el apartado técnico refuerza las sensaciones de inseguridad, tensión y violencia acordes a la historia. Predominan las luces artificiales y frías, con presencia de la oscuridad en ciertos momentos y con una omnipresencia del color gris, que solo se ve alterado por los colores oscuros que visten los protagonistas. Del mismo modo, el sonido y el montaje se desarrollan de manera seca y fría, dando un mayor dramatismo en los momentos de revelación.
A su vez, en la dirección se pasa de planos más generales y distantes a planos más cercanos y asfixiantes, donde vemos las reacciones de los protagonistas. Aquí tiene un peso mayor las geniales actuaciones de sus intérpretes, complejas y naturales y en perfecta armonía con ese juego de creencias y verdades. En este sentido, resulta interesante analizar al personaje interpretado por Bruna Cusí, ya que se encuentra siempre en la misma situación que el espectador respecto a la información que conoce y las revelaciones que descubre.
Aunque la lectura de ‘Upon Entry’ depende mucho del espectador y su origen, al estar más bien dirigida a un público español, resulta muy fácil leer la obra desde la perspectiva de la protagonista femenina, lo que da lugar a una interpretación bastante simplista y puede que prejuiciosa de la historia (por la visión blanca y española que existe en la sociedad hacia las personas latinas o racializadas).
Más allá de eso, estamos ante una película que no es especialmente ambiciosa respecto a su técnica, historia o duración, pero que cumple muy bien con lo que se propone: ofrecernos una historia breve y entretenida, con algunas sorpresas y con una buena calidad técnica y artística. Por ello, ‘Upon Entry’ es una obra bastante recomendable siempre que se tengan las expectativas justas.
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‘Saudade fez morada aquí dentro’
Una de las mayores sorpresas del 26 Festival de Málaga fue el verdadero carácter autoral que tenían las películas iberoamericanas en Sección Oficial frente a las películas españolas. Un buen ejemplo de ello lo encontramos con ‘Saudade fez morada aquí dentro’, una película brasileña llena de magia y sensibilidad que nos muestra las vivencias de un adolescente medio huérfano que vive en un pequeño pueblo de Brasil y descubre que va a perder progresivamente la visión.
Así, encontramos un relato coming of age donde el protagonista no solo debe enfrentarse a las cuestiones propias de un adolescente como los primeros amores y la formación de una personalidad propia, sino también al progreso incierto de una enfermedad que va a condicionar para siempre su vida, más aún en un contexto humilde y rural. Una obra con todos estos elementos debe tener mucho cuidado a la hora de no abordar temas como la discapacidad visual de forma puramente sensacionalista, revolcándose especialmente en la miseria del personaje y logrando la lágrima fácil.
‘Saudade fez morada aquí dentro’ se aleja completamente de esa perspectiva (presente a veces en demasía en el audiovisual) y hace un retrato respetuoso, cargado de naturalidad y vitalidad. Así, el espectador se mantiene en una posición de observador, como testigo de la vida de un joven que no deja de luchar, de sentir y de vivir a pesar de las circunstancias. Lo más bello de todo esto es que consigue ser emotivo sin forzar nada y sin ser demasiado cursi, gracias a la enorme empatía que se consigue con su protagonista.
Esta dinámica se crea gracias a un apartado técnico que está al servicio completo de la obra. Con una dirección dinámica, que sitúa a la cámara siempre en la distancia y lugar correcto; con un sonido natural, que no abusa de la música ni el efectismo emocional; con una fotografía cálida, con gran presencia de la luz y el paraje natural, donde los personajes juegan y se desarrollan; y, sobre todo, con un montaje inteligente, que combina la emoción con la alegría de manera perfecta.
No obstante, la clave de la película son sus intérpretes, especialmente Bruno Jefferson a cargo del papel protagonista. Al ser tan jóvenes y no ser actores profesionales, tienen una sensibilidad, fuerza y naturalidad que da a la historia el empuje y el impacto que necesita. Resulta muy sencillo como espectador percibir a estos personajes como personas reales, difuminando así las barreras entre lo que es ficción y lo que es realidad, y acercándose (junto a todo el aspecto técnico) al documental.
Además, su delicadeza no solo está presente a la hora de tratar la discapacidad, sino también en el momento en el que expone la homosexualidad entre dos chicas jóvenes como algo natural y bello, alejado de los prejuicios que los adultos o ciertas sociedades puedan tener. Por todo ello, ‘Saudade fez morada aquí dentro’ es una obra a reivindicar, porque nos enseña que no hacen falta ningún tipo de grandilocuencia para conectar con el público y tratar ciertos temas de la manera que realmente merecen.
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‘Matria’
Seguimos con una de las obras que dio inicio a la pasada edición del Festival de Málaga y que, con motivo, se marchó con el premio a Mejor Actriz para María Vázquez. Para la prensa que estuvimos presente allí, fue una obra estimulante para comenzar, ya que conseguía ser sorprendentemente entretenida sin perder de vista su relato local.
Así, ‘Matria’ nos muestra el día a día de una mujer de mediana edad que encadena varios trabajos precarios en un pueblo de la costa gallega para darle la mejor vida posible a su hija, mientras se plantea si su relación sentimental actual tiene un verdadero sentido. Por lo que podemos percibir de este argumento, cabría pensar que estamos ante una obra con un fuerte carácter autoral y un ritmo más bien pausado y lento, al centrar su atención en la cotidianeidad de una mujer bastante corriente.
Sin embargo, el director Álvaro Gago toma de base su cortometraje homónimo para darle un camino diferente a la obra y dotarla de energía y frenetismo, llevando una película dramática a códigos más parecidos al thriller, donde la realidad laboral y social de la protagonista la condiciona y lleva a su límite físico y mental. Esta perspectiva resulta de una inteligencia remarcable, ya que permite acercar una historia femenina sobre la precariedad laboral de una forma más dinámica y entretenida que pueda gustar a un público más heterogéneo.
Gran parte de esta labor se consigue en su aspecto técnico y, especialmente, artístico. A nivel de dirección, fotografía, montaje y sonido se sigue una clave: combinar de manera sólida el naturalismo y costumbrismo inherente de la historia con el frenetismo y la tensión que desprende la realidad de la protagonista y el propio paso del tiempo. De esta manera, apreciamos un montaje dinámico, una dirección coherente, una fotografía que viaja entre las luces y colores de cada localización y un sonido cargado de ruidos y silencios.
No obstante, el mayor empuje de la película reside en la figura de María Vázquez y su protagonista, basada en una mujer real, Eulogia Chaves, quien cuidaba del abuelo del director a la vez que compatibilizaba una vida como esposa, madre y trabajadora del mar y la tierra. Así, Vázquez consigue crear un personaje real, lleno de fuerza y valentía, pero con un lado vulnerable y emocional que no siempre se permite salir al exterior.
Tal vez por todo ello resulta algo decepcionante la falta de precisión en su guion a la hora de crear diálogos que suenen reales y naturales y que no se revelen al espectador como una frase efectista, nacida de la mente de un guionista que no ha encontrado la voz que sus personajes necesitan. Pese a ello, la película destaca notablemente, especialmente en su intención de mostrarnos la vida de esas mujeres de clase trabajadora (en este caso gallegas) que, pese a todas las dificultades que se encuentran no dejan de luchar y sobrevivir y que, cuando llegan a casa, también deben ser madres responsables y esposas afables. Ojalá algún día puedan ser simplemente libres.
Puedes leer nuestra crítica en el festival y en el estreno y verla online en Movistar+ y Filmin (alquiler)
‘Desperté con un sueño’
Continuamos con otra película iberoamericana que, tras su paso por el Festival de Berlín, se alzó con el premio a Mejor Película Iberoamericana en el anterior Festival de Málaga. Como ya he dicho, las obras procedentes de Latinoamérica sorprendieron especialmente en el festival por tener una personalidad propia más allá de ser dramas, cine de autor o coming of age.
‘Desperté con un sueño’ podría encajar en todas esas etiquetas, aunque en esta ocasión se centra en una etapa muy interesante de la vida: cuando uno no es tan pequeño como para ser un niño, pero tampoco tan mayor como para ser un adolescente. Esos pocos años donde uno abandona su infancia y se dispone a empezar una etapa, la pubertad, llena de cambios, dudas y conflictos. Ese tiempo en el que uno quiere ser mayor, pero le asusta demasiado serlo.
En ese momento exacto se encuentra el protagonista, Felipe, quien descubre una afición que va más allá de pasar el tiempo con sus amigos rapeando freestyle: descubre la actuación y la dramaturgia como un modo de encontrar su lugar en el mundo y acercarse a la persona que quiere ser, a quién es. Esta pasión descubierta (y que oculta a su madre, quien no lo apoya) le acerca a su abuela paterna, llevándole a conocer más acerca del pasado de su familia y el sentido de su presente.
En este sentido, la obra tiene un sentido profundamente metacinematográfico, puesto que la interpretación (teatral en este caso) tiene un papel fundamental en la película al ser el medio a través el cual el protagonista se expresa y resuelve sus conflictos familiares. Esto es lo que hace que la obra sea sumamente interesante y tenga una identidad propia a diferencia de otras historias u obras con elementos similares.
Al igual que ocurría en ‘Saudade fez morada aquí dentro’, el protagonista está interpretado por un actor muy joven, amateur, pero no por ello falto de intención, sino todo lo contrario. Su actuación resulta tan espontánea y orgánica que crea cierta distinción entre la persona que es cuando actúa en una obra teatro y la que es el resto del tiempo en la película. Tampoco se queda atrás el resto del reparto adulto, que consigue dar mayor solidez a la historia y configurar personajes complejos a la vez que vulnerables.
Todo ello se ve acompañado por el apartado técnico, donde la cámara se sitúa siempre desde la perspectiva del protagonista para conocer la realidad de su propia mano. No obstante, resulta interesante el cambio de visión que tiene lugar cuando Felipe actúa, ya que el espectador toma una posición de público, como si estuviera en el teatro y viese a un actor interpretar un papel. En función del momento, la cámara se acerca y se aleja, la luz se naturaliza o se vuelve artificio, el sonido se interrumpe o se expande y el montaje consolida este juego de ser y no ser.
‘Els Encantats (Los encantados)’
Terminamos nuestra selección con una película muy especial que, sin embargo, no ha tenido mucha relevancia en el último año. Se trata de ‘Els Encantats’ (Los encantados), la nueva película de Elena Trapé tras ‘Las distancias’, ganadora de la Biznaga de Oro del festival en la edición de 2018.
A primera vista, nos encontramos con una obra que parecía estar en sintonía con la sensibilidad con el cine español actual. Una historia hecha por mujeres y sobre mujeres, acerca de una madre que vuelve unos días al pueblo de su infancia para sobrellevar la separación obligada con su hija (al haberse separado de su pareja y tener custodia compartida). Además, como existe esa presencia de lo rural y cierto acercamiento naturalista, es inevitable acordarnos de obras como ‘Alcarràs’ de Carla Simón o ‘Cinco lobitos’ de Alauda Ruiz de Azúa.
Sin embargo, la película sorprende al tomar un camino atípico en este tipo de obras y narrarnos una historia con elementos propios. De hecho, es una obra que sabe atraparte desde su primera escena, donde un coche se aleja con una niña dentro mientras vemos la pesadumbre de su madre a lo lejos. Aunque en la obra confluyan varios personajes, ni la cámara ni nosotros nos alejamos nunca de la protagonista, de sus miedos, de sus movimientos, de sus silencio.
Así, ‘Els Encantats’ consigue elevar lo visual a un aspecto narrativo. Lo que vemos (e incluso lo que no vemos) nos habla acerca de la protagonista y lo que piensa, siente y teme. Estimula nuestra empatía y nuestra imaginación para que leamos a través de gestos, miradas y palabras. Incluso el modo en el que el resto de personajes actúan y se mueven entorno a ella, nos habla de su personaje. Esto nace gracias a un guion muy bien elaborado, preciso para no excederse y sugerir más de lo posible.
No obstante, este trabajo también se sustenta en un apartado artístico y técnico que resulta muy valioso. Como siempre, encontramos una Laia Costa que sabe crear personajes llenos de vida, con un mundo propio lleno de luces y de sombras y con una contención que expresa más de lo que parece. El resto del reparto funciona en consonancia con ella, aportando sus propios matices e historias, incluso jugando con el tono de humor cuando es necesario (como en el personaje de Daniel Pérez Prada).
Este estilo también está presente en la dirección de Trapé, que sabe emplear la pausa solo cuando es necesario, añadiendo un dinamismo y movimiento acorde al interior de la protagonista. Consigue configurar escenas bien rodadas y sorprendentemente expresivas, muchas veces con muy pocos elementos. En la fotografía, se sabe aprovechar la versatilidad que aporta la naturaleza de lo rural, como los diferentes tonos de sus luces en función de la hora del día. Lo mismo ocurre con el sonido que juega especialmente con el silencio y con un montaje que funciona en consonancia con el paso de los días y la evolución de nuestra protagonista.
Por todo ello, ‘Els Encantats’ es una obra muy recomendable, ya que consigue encontrar su propio camino dentro de un espacio, por suerte, muy transitado. Pero lo más especial de todo es que nos retrata la vida tal y como es, un viaje arduo y triste por momentos, con momentos decisivos y etapas de adaptación, donde una siempre tiene que ir luchando, aprendiendo y (sobre)viviendo. No opta por el final fácil y esperanzador de obras similares, sino que trata de ser justa y realista, sin por ello perder ninguna vitalidad.
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