Historia de Pastores, una adaptación de la vida cotidiana atípica en los tiempos que corren. Jaime Puertas nos da su particular visión del mundo rural

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Nos encontramos en un momento confuso para el mundo del cine. A raíz de la pandemia, las salas de cine, que sobrevivieron como pudieron, se han centrado cada vez más en dar espacio a las grandes producciones y blockbusters, limitando mucho la llegada de cine de autor al público. Es una cuestión de supervivencia, por supuesto, no una falta de interés por el séptimo arte, pero lo cierto es que no niega lo complicado que es acceder a esas pequeñas producciones con mucha alma. Por ello, hoy queremos hablaros de «Historia de pastores», una cinta de origen español, cuyo director, el jovencísimo Jaime Puertas Castillo, ha tenido el bien de contarnos algunos de los secretos mejor guardados de la cinta; una obra que destaca por la exaltación de la vida rural en mitad de un mundo de tecnología y que cuenta con una visión tan poco común en los tiempos que corren como una clara intencionalidad de preservar lo más puro del día a día. 

Entrevista a Jaime Puertas Castillo

En Historia de Pastores nos encontramos con una cinta, cuya intencionalidad es la de recoger la vida rural de un pueblo y plasmarla para la posteridad. Sin embargo, no deja de ser pronosticadora, puesto que se ambienta en un futuro próximo, muy próximo, concretamente en el año 2027. ¿Por qué elegir una fecha tan cercana? En ese sentido, hay una intencionalidad doble: la de recoger la vida rural como si fuera un archivo de memoria, pero también la de autocumplirse a sí misma. «Hay una noción archivística, ya que el año 2027 está al caer y esta película dejará de ser futurística y una especulación. Pasará a incluirse como algo pasado de la historia. Era muy importante, porque los cortijos a día de hoy están en una ruina acentuada mayor que en el año 2021. Entonces, hay algo de querer embalsamar esas imágenes». 

Esta visión no deja de ser llamativa, más teniendo en cuenta que su director no llega a la treintena. En un momento en el que los jóvenes están asociados al desarrollo tecnológico, el uso constante del teléfono móvil y las redes sociales, encontrar a alguien tan dispuesto a preservar aquellos que para muchos puede estar desfadaso es, cuanto menos, curioso. «Para mí la película es una reivindicación de la tercera edad, donde los personajes están conectado con ese lugar y van descubriendo nuevos vínculos y el territorio. Hay algo muy abierto en ese sentido. Desde luego, hay una cuestión muy natural, que es mi propia experiencia en el pueblo. Es un reflejo orgánico de cómo vivo yo mi pueblo», nos contaba Jaime Puertas.

Para aquellos que no conozcan la obra, esta se vive a través de los ojos de Mari y otros personajes. Una becaria de geología entrada en su edad adulta y un pastor muestran su día a día con el resto del pueblo, mientras se combinan elementos tecnológicos de forma secundaria. Pasado y futuro se reencuentran en una cinta con propósito testimonial. «El respeto por lo pasado permite inventar el futuro y en esa invención uno puede contarla desde su propia forma y así formar parte de esa tradición».

«La herencia es una herida abierta al futuro»

La visión reivindicadora de la obra también se centra en sus propios personajes. Mari, sin ir más lejos, es becaria entrada en la edad adulta, algo que en un momento actual no deja de sorprender, dado que se tiene la falsa idea de que hay una edad límite para hacer las cosas. «Hay algo muy jovial en ella y ha sido pensada desde este presente, con la idea de cómo podría ser uno en el futuro. Hay muchas energías que coinciden en su personaje y la hacen muy contemporánea. Era muy importante la representación que íbamos a dar del territorio y de los personajes».

Todos estos conceptos no dejan de representar una vida y un territorio que parece estar en vías de extinción. «Acudir con nuestra cámara lo que quería era celebrar y mirar hacia el futuro. En ese sentido, la representación de la tercera edad queríamos que fuera cero dicotómica y que un joven pueda también tener un alma vieja y así suturar todos estos fragmentos que se tratan muchas veces de separar». El pasado contra el futuro, la vejez contra la juventud, ese es otro de los mensajes que la película quiere eliminar. «Son conceptos que se solapan de forma orgánica. No hay principio ni fin, igual que con la tradición oral». 

Por otra parte, la cinta ha recibido críticas positivas en los diferentes festivales a los que ha acudido. Incluso ha sido comparada en algunas de sus escenas con «Centauros del desierto» o incluso con «Interstellar». ¿Cómo ha llevado su director esta recepción? «Tengo que decir que la primera vez que hablé con el director de fotografía y le expliqué la escena de la protagonista persiguiendo un dron, lo primero que me dijo, medio en broma, fue que en Interstellar había una escena así, pero yo no lo había visto. Pensé ‘vamos a hacerlo algo nuestro’. Me pareció muy curioso. John Ford es un director que me encanta por otra parte y soy un fanático del western. Siento que pones la cámara en mi pueblo y ya lo es».

«La vida continúa»

Esta película comenzó a gestarse durante la pandemia, momento en el que su director se inspiró de lecturas como las de Donna Haraway o Timothy Morton. «Ecología oscura», nos explicaba Jaime Puertas. «En ese momento el futuro era tan incierto como el pasado. La película está muy atravesada por el momento en el que fue concebida. El futuro también era un pozo sin fondo y especularlo era el ejercicio de prospección».

Además, lejos de adelantar el final, Historia de Pastores es una obra que deja abierta la reflexión. Cada espectador puede tener su propia visión de la cinta y adaptar un mensaje. Hay un eje y un mensaje, pero también la voluntad de hacer pensar al espectador. Personalmente, además de reivindicativa, también me ha parecido ingeniosa, busca transmitir un mensaje de la forma más minimalista posible. «Tengo que decir que durante la conversación hemos estado hablando sobre las dicotomías, pero también está el contraste entre lo analógico y lo digital, algo con la intención de descolocar. Como sociedad estamos muy polarizados y eso me asusta cada vez más. Ese binarismo de que lo analógico es cosa del pasado y lo digital del futuro es una idea reduccionista con muy poco recorrido. La película sucede en el 2027, pero está filmada en analógico, en 16 mm, y lo representamos a través del celuloide. En cambio, en el momento de la película se remite al pasado y se modela en formato digital».

Historia de Pastores ya está disponible para el público. Agradecemos mucho a Jaime Puertas Castillo su tiempo cedido para esta entrevista.

 

 

 

 

 

 

 

 

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