Análisis de Earth Defense Force 5.

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Jugar a Earth Defense Force 5 supone realizar una serie de concesiones que, más allá de determinar la partida, nos ayudan a disfrutar de una experiencia divertida y adictiva.

Me explico: nos encontramos ante un título que, más allá de tomarse en serio, abraza la serie B. Horas de insectos gigantes campan a sus anchas por la tierra, destruyendo ciudades y acabando con sus habitantes. Nuestro deber: acabar con todas esas alimañas. Al ponerme a los mandos no dejaba de recordar la satírica Starship Troopers con su tono tan premeditadamente absurdo. Nuestros compañeros de equipo gritan frases del estilo: «¡Maldita sea! ¡Esa hormiga gigante acaba de comérselo delante mía!». Ya sabéis, esos típicos diálogos que esgrimen hábilmente el cliché para hacer sonreír al espectador. Y es fantástico. Logra construir una atmósfera que delata su procedencia nipona. Todo lo inunda un tono desenfadado e hiperbólico mientras los mechas se enfrentan a criaturas gigantes que recuerdan poderosamente a los míticos kaijū. Así obtenemos una producción de cita obligada para los amantes de la ciencia ficción japonesa.

Earth Defense Force 5 es pura acción. Ideal para compartir con amigos durante una fría tarde de sábado con cervezas y ganchitos en su modo offline para dos jugadores o online hasta cuatro. Nos espera una extensa duración a través de 110 sencillas misiones, ofreciendo una experiencia que orbita las treinta horas.

La jugabilidad se apoya en la diversión arcade, sin titubeos. Una vez iniciemos misión seremos lanzados al campo de batalla. No hay cinemáticas ni extensos diálogos con NPC, ni se les espera. Solo el jugador frente a una inacabable horda de insectos gigantes. ¿De donde vienen? ¿Acaso estamos ante una invasión alienígena?

Que importa, sigue disparando. La música logra ambientar el tono épico y bélico de las misiones. Los disparos que efectuamos junto a nuestro pelotón hacen despliegue de unos correctos efectos de sonido. Y es que disparar a esas dianas hexápodas es, prácticamente, el 90% del juego. Por tanto, el estudio ha procurado un control muy mimado y certero que invita a la cooperación. El jugador podrá elegir entre cuatro clases claramente diferenciadas:

El Ranger, el persona más sencillo de utilizar y el más equilibrado, ideal para nuevos jugadores. La Wing Diver, con la particularidad de volar por el escenario gracias a su mochila propulsora y equipada con armas de energía. El Air Raider, un soldado táctico que sirve de apoyo para el equipo mediante distintas herramientas (tales como trampas capaces de ralentizar al enemigo o artefactos curativos que regeneran la vitalidad de los aliados dentro de su rango). Y, por último, el Fencer, un personaje armado hasta los dientes y con una gran defensa que suple su limitada movilidad.

El juego invita a la cooperación y coordinación de los jugadores si quieren sobrevivir a las dificultades más altas del mismo. A su vez, ofrece un amplio arsenal de armas que podremos intercambiar y customizar de acuerdo a nuestro modo de juego. La personalización, a pesar de sus limitaciones, es lo suficientemente amplia como para abrir la ventana a la experimentación. Los desbloqueables nos motivarán a seguir mejorando nuestro personaje. Respecto a la IA aliada, ha mejorado con respecto a anteriores entregas: ya no son carne de cañón, son unidades que se desenvuelven hábilmente en batalla.

Respecto en lo técnico, no supone ninguna revolución. Gráficamente no exprime el potencial de la consola y, en ocasiones, he experimentado caídas de frames cuando los enemigos, las balas y explosiones saturaban la pantalla. Por otro lado, hubiera agradecido una mayor variedad de misiones y ampliar la diversidad de enemigos. En ese sentido, se trata de un título conservador y que no innova de forma exagerada con respectos sus antecesores. Si seguimos con los aspectos negativos es necesario mencionar que está completamente en inglés (aunque no lo considero algo de especial relevancia pues no destina especial atención a su narrativa).

Como conclusión tenemos un shooter cooperativo entretenido sin ninguna pretensión. Una obra que evoca a la producción audiovisual sobre monstruos que habita en la periferia de la industria. Quien sabe lo que nos deparará futuras secuelas.

Carlos
Carlos
Odio todo lo que escribo. Normalmente podéis encontrarme en Rivellon o en un Taco Bell.

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