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Análisis de Ghostrunner

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Sangre, katanas y luces de neón, eso nos ofrece One More Level. El estudio polaco, creador de obras notables como God’s Trigger, nos sumerge en un distópico futuro cyberpunk protagonizado por el ágil y letal Ghostrunner.

Poniéndonos en contexto, han pasado años desde un evento que acabó con el mundo tal y como lo conocíamos. Las cenizas de la humanidad se arremolinan en torno a la mega estructura conocida como la Torre Dharma. Más allá de la urbe solo queda tierra estéril e interminables yermos. Sin embargo, las calles del refugio postapocalítpico han caído bajo la tiranía de Mara, una entidad transhumana que dirige con mano de hierro a la diezmada población. Nuestro objetivo será alcanzar la cima de la torre y darle caza mientras resolvemos el misterio que orbita en torno al origen de nuestro protagonista.

Encarnamos al Ghostrunner, una suerte de cyborg ninja armado únicamente con una letal katana y con una lista de implantes robóticos que lo convierten en una eficiente máquina de matar. La trama puede recordar por momentos a clásicos del género como Akira, Blade Runner o Ghost in the Shell (de hecho, el juego homenajea abiertamente a estas producciones).

He leído diversos análisis que coinciden en un punto concreto: la narración resulta difícil de seguir. Esto se debe a que las cinemáticas son inexistentes. Todo se nos muestra mediante diálogos durante el gameplay y la acción nunca se detiene. Pero, ¿acaso no es el mejor método para la narración teniendo en cuenta su énfasis por el movimiento constante? Esto, sumado a la crítica generalizada, me hizo reflexionar. ¿El título hubiera ganado calidad si fuese pura jugabilidad y perdiera su componente narrativo? Finalmente concluí: la historia, pese a resultar algo predecible, es atractiva y cuidada. La conversación es la metodología adecuada para ser contada ya que se encuentra en consonancia con las intenciones creativas del estudio. Aunque, quizás, un doblaje a nuestro idioma podría ayudar a seguir su hilo sin tener que recurrir a la lectura de subtítulos.

La ambientación cyberpunk es epatante. Calles repletas de pantallas que sintonizan canales muertos, corporaciones que manejan desde las sombras los hilos de la sociedad, implantes que difuminan las líneas entre la máquina y la carne… Sin embargo, la mayor parte del videojuego transcurre en opresivos complejos que trazan una trayectoria lineal que debemos recorrer sirviéndonos del parkour. Viendo la talentosa mano artística del estudio, hubiera agradecido más niveles en espacios abiertos que ofrecieran poderosos paisajes propios de la ciudad futurista que trata de representar. Bajo los intermitentes parpadeos de las luces de león encontraremos coleccionables que desarrollan el lore subterráneo de la trama y una serie de katanas que podremos equiparnos (tratándose únicamente de elementos estéticos, no ofrecen ningún tipo de bonificación de daño).

Tras deleitarnos con su frenética jugabilidad, percibimos al instante sus sobresalientes referencias. Nos servimos de una perspectiva en primera persona que nos permite parapetarnos mientras oteamos las filas enemigas y elegimos cuidadosamente nuestra estrategia, tal y como ocurría en Dishonored. También puede recordar a títulos como Hotline Miami, o el reciente Katana Zero, ya que emplea unas mecánicas dinámicas que exigen la improvisación continua del jugador a la hora de entablar combate.

Ghostrunner recoge el desafío One Hit Kill proveniente de las más altas dificultades del espacio videolúdico triple A y lo aplica como regla única durante la partida. Los enemigos caerán de un solo corte, pero nosotros también. ¿La mejor forma de sobrevivir frente a la lluvia de balas de nuestros adversarios? Nunca detenernos. El juego incita a correr, trepar por las paredes, girar en torno nuestras presas. Los movimientos del personaje son increíblemente fluidos y la acción es muy gratificante, llegando a rememorar en ocasiones al desenfrenado Metal Gear Rising.

Los jefes finales no son especialmente abundantes. Sus combates son desafiantes y tendremos que aprender sus patrones de movimientos si queremos alzarnos con la victoria. Especial mención al segundo jefe cuya dinámica os hará tener presente a Sekiro: Shadows Die Twice.

Siguiendo con las mecánicas, tendremos a nuestra disposición una serie de habilidades que podrán ayudarnos a cambiar las tornas de los enfrentamientos. Poseyendo la capacidad de, por ejemplo, detener brevemente el tiempo para esquivar proyectiles, emitir una explosión de corto alcance que pueden acabar con la vida de los tiradores o devolver sus balas e, incluso, hackear a nuestros enemigos para que se conviertan en nuestros aliados durante un breve periodo de tiempo. Estos talentos podrán ser optimizados mediante un sistema de mejoras que adopta una estética semejante al mítico Tetris.

Deberemos elegir cautelosamente las habilidades en las que nos enfocamos de acuerdo a nuestro modo de juego: ¿priorizaras la esquiva convirtiéndote en una sombra escurridiza o perfilarás tus talentos ofensivios acabando con todo aquel que se ponga por delante? Una corriente de acción descomedida avanza bajo la vibrante banda sonora de Daniel Deluxe, quien comprende a la perfección la ambientación futurista del título y logra transmitirlo en cada acorde.

El título es inmisericorde y llegaremos exhaustos al punto de guardado. No existe lugar para el margen de error. Tendremos que abatir a todos los adversarios en un único asalto y, si caemos, empezaremos desde el inicio del combate. Lo mismo ocurre con las secciones de plataformas, que nos obligan a ejecutar saltos calculados al milímetro para no precipitarnos al vacío. Más allá de resultar frustrante, es bastante adictivo. Al igual que ocurría en Hotline Miami, la muerte llega rápida, pero también el retorno a la acción. Un golpe del botón supone la única diferencia entre la derrota y el reintento.

Por otro lado, el Ciberespacio supone una de las secciones más relajadas de la partida. En ellas resolveremos sencillos puzzles y nos abriremos camino sorteando plataformas. Se trata de un entorno digital que puede recordar a clásicos como Tron o The Thirteenth Floor, ofreciendo algo de variedad y un breve suspiro a los jugadores. Y es ahí donde sobresale este título: en su variedad de situaciones y escenarios. Habrá ocasiones donde tendremos que abatir a un francotirador atrincherado tras una cobertura, nido de ametralladoras, criaturas que explotan al aproximarnos, etc. Ghostrunner bombardea continuamente con nuevas coyunturas que nos harán cuestionarnos nuestras tácticas.

Cada nivel de Ghostrunner finaliza con una pantalla que refleja el tiempo utilizado y la cantidad de muertes, animando al jugador a superarse a sí mismo y tratar de batir sus propios récords. Tal y como han mencionado varios analistas, esta producción es carne de speedruns, abriendo la posibilidad de crear un clima de competitivo para comprobar quién obtiene una mejor marca.

A la izquierda podéis ver el tiempo que me llevó terminar la misión. A la derecha una espiral autodestructiva hacia la más absoluta locura.

Conclusión:

Ghostrunner resulta un título difícil de recomendar. Su exigente dificultad no está al alcance de todo el público. Pero, si decidís embriagaros por las atractivas calles de la Torre Dharma disfrutareis de una obra que traduce sobresalientemente los códigos del cyberpunk. Con una jugabilidad impecable que ofrece una de las experiencias más desafiantes de este año.

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