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Análisis Final Fantasy VIII Remastered

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20 años han pasado desde que se lanzó Final Fantasy VIII, una de las joyas de la corona de Square Enix. Estamos ante uno de los títulos más queridos (para mí, uno de mis favoritos sin duda) y criticados de los famosos JRPG. La conferencia que Square Enix celebró en el E3 2019 sirvió para presentar la remasterización de este clásico de la primera PlayStation, que hoy analizamos en TuPlaystation.
No os voy a soltar la chapa con una larga introducción de la historia, que seguro que ya muchos de vosotros conocéis, por lo que resumiremos en que nos pondremos en la piel de los aprendices a soldados Seed, Squall Lionheart (tranquilos que si no os mola el nombre podréis cambiarlo) y su amor  por Rinoa, acompañados de sus inseparables amigos IrvineZell y Sephie. La trama cuenta principalmente con las relaciones sentimentales de Squall, la rivalidad entre el protagonista y Seifer y, como no, la lucha contra la poderosa bruja Edea.
Final Fantasy VIII Remastered
Nada más empezar podemos darnos cuenta de que el aspecto gráfico tiene algunas mejoras, como los modelados de los personajes que se encuentran más definidos sin tanto «pixelado» de por medio en sus rostros y cuerpos. Aunque esto no quita que también se encuentran bastantes desajustes en cuanto a apartado gráfico se refiere. No sé si os pasadado pero nada más iniciar el juego la pantalla muestra como un «tembleque» que hasta que no te acostumbres puede ser bastante incómodo a la vista ya que será así durante toda la aventura.Las escenas cinemáticas, por su parte, son las mismas que vimos hace 20 años.
Queda claro que esta conversión, pese a ser la mejor versión de Final Fantasy VIII que se ha hecho nunca, deja la sensación de que podría haberse perfilado más y, este será un pensamiento que tendremos constantemente en la cabeza. Los escenarios apenas se han tocado, y aunque no se presentan tan pixelados, si que se ven algo borrosos y siguen siendo fondos pre-renderizados, no tiene ningún cambio más allá de algún tipo de filtro que los vuelve algo más difuminados en muchos casos, algo que te saca un poco de la historia cuando vas cambiando de pantalla.

Es por eso que podemos calificar su apartado técnico como uno de los puntos más flojos y críticos. Es normal que cuando nos venden un videojuego en el que su título incluye «Remastered», entendemos que el desarrollo se ha pulido para adaptarse a las necesidades gráficas del jugador actual. El problema llega cuando hay mínimas diferencias entre el juego inicial y ese supuesto » Remastered». Es cierto que no podemos exigir un apartado digno de un remake pero es que incluso  las cinemáticas dejan mucho que desear de lo que podemos esperar de una remasterización. Otra novedad a la que ya le han llovido críticas y no ha sido bien recibida por el público ha sido la censura que se ha marcado la compañía en algunos casos muy particulares. Como podréis observar, en una de nuestras invocaciones, en concreto la de Sirene vemos que no han seguido siendo fieles al diseño original y por contentar a los más intransigentes, le han cubierto toda la cintura con tal de que no se desvelen sus “partes más intimas”.

Dentro de su jugabilidad, Square ha implementado algunas de las opciones habituales que ya estaban presentes en otras conversiones de la serie Final Fantasy: la velocidad x3 y la posibilidad de desactivar los combates aleatorios. También han añadido otra opción que permite maximizar la barra de vida y el ATB, o ejecutar ataques finales ilimitados durante el combate. Para los que jugáis por primera vez a Final Fantasy VIII, no os recomendamos esta última ayuda, ya que destripa el juego y hará que te aburras ya que la dificultad será nula al ser prácticamente invencible.
En cuanto a la acumulación de experiencia, será como siempre en este tipo de juegos: subiremos de nivel cada vez que ganemos combates, pero en esta ocasión nuestros enemigos siempre se mantendrán a un nivel muy similar al nuestro. Eso quiere decir que si estamos en un nivel bajo, incluso un jefe también lo estará y viceversa. Digamos que todo el universo de Final Fantasy VIII nos da un respiro y se adapta a nuestra experiencia.

Los G.F., que en resumen son las invocaciones clásicas, nos sorprendieron en su momento a todos por su espectacularidad. A finales de los años noventa, ver a Ifrit, Shiva o Bahamut llenado la pantalla de poderosos ataques era algo que nos dejaba con la boca abierta. Aunque estas escenas llegaron a ser tan largas que por muy espectaculares que fueran, al ver unas pocas se hacían muy pesadas. La remasterización no ha eliminado este problema y el sistema de combate de la aventura de Squall se apoya en los G.F. para casi para todo.

No podíamos olvidar como pilar fundamental a destacar, su banda sonora. Los temas musicales que contiene el título están compuestos por uno de los mayores genios musicales en los videojuegos: Nobuo Uematsu. La música es el mayor aliciente para envolverte en un ambiente nostálgico ya que se sigue manteniendo igual que hace veinte años.
Si lo jugaste en su día, quizá te de la sensación de que no hay nada nuevo, excepto mínimos cambios. Uno de ellos es la inclusión de trucos que eliminan de raíz algunos de los problemas que para muchos usuarios suponen volver a enfrentarse a los J-RPG clásicos, el aumento de la velocidad de juego o que el juego se adapte a nosotros en cuanto al nivel que tengamos. Bien es cierto que después de una larga espera puedo decir que he estado encantada de poder jugar de nuevo a un juego que me marcó tanto desde mi infancia, pero eso no quita que en cada escenario haya sentido que este «remastered» podía haber dado más de sí, por ejemplo, con unos fondos algo más cuidados.

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