CRÍTICA EL FALSIFICADOR DE PASAPORTES
Cuando cualquiera de nosotros como espectador entramos en una sala de cine, compramos una película y, en definitiva, consumimos cualquier contenido de este medio, somos conscientes de que estamos disfrutando de un arte, de una forma de ocio en la que en muchas ocasiones buscamos un simple entretenimiento, desconectar de los quehaceres diarios y de la agobiada rutina.
Sin embargo, el cine también actúa de muchas otras formas, y una de ellas es el de la enseñanza, no en el aspecto más docente sino en de la recreación, el de mostrarnos un pedazo de nuestra historia, de nuestro pasado; eso precisamente es lo que trata de hacer nuestra protagonista de hoy, bienvenidos a la crítica de la última perla del cine alemán, “El falsificador de pasaportes”.
UNA PEQUEÑA OBRA DE ARTE…
El relato nos sitúa en plena Segunda Guerra Mundial, concretamente en el año 1942 en Berlín, donde acompañaremos de principio a fin a nuestro ilustre protagonista, Cioma Schönhaus, un joven judío de 21 años, que, a pesar de los estragos de la guerra, su condición de judío y la perdida de sus padres, no pierde la ilusión ni la esperanza por la vida, por desafiar al régimen y buscar su camino dentro de las fronteras alemanas.
Esta historia aún ya habiendo sido revisada en múltiples ocasiones en la historia del cine, se encara de una manera particular, distinto a lo que estamos acostumbrados y es que Maggie Peren no busca una trama al uso, es decir, lo importante no es que lo que se cuenta sino cómo se cuenta y quién se lo transmite al espectador.
Aunque la premisa resulta atractiva y refrescante, el resultado final no me ha acabado de convencer del todo, tratamos con un reparto carismático, que encuentra un apego desde el espectador, pero que queda difuminado por el manejo de la trama. Nos encontramos con tramas que se entrecruzan, historias que se van cortando unas a otras, inicios y esto realmente es un reflejo de la vida misma pero no acaba de hacer que los personajes se desarrollen por completo más allá de su protagonista.
Esto es una verdadera lástima porque acaba afectando negativamente a ambos frentes: historia y personajes. Sin embargo, permite que la trama se puede seguir con ligereza y no resulte pesado su visionado con el inconveniente de que podemos desconectar en varios momentos de la trama debido a estos inconvenientes que resaltaba.
Algo que destaco positivamente es el reparto, considero que el trabajo realizado es harto notable y se habría beneficiado por una dirección y guion diferentes, aunque esto quizás resulta un aspecto o experiencia más personal pero viene un poco a colación con mi sentimiento general acerca de esta película porque cada vez que se produce la entrada o aparición de un nuevo personaje, por avanzados que estemos en la trama, entran con una contundencia, un saber estar y una profesionalidad que hace que inmediatamente te quedes con ese personaje en la memoria. Realizan a la perfección el sentir de sus personas, del pueblo judío y del devenir hacia la derrota inevitable por parte del ejército alemán.
Como conclusión, “El falsificador de pasaportes” nos ofrece una experiencia disfrutable, con algunos altibajos a nivel de dirección y técnico con un guion distinto a lo habitual que puede no acabar de convencer a todo el mundo e incluso llegue a hacer que el espectador pierda la atención en determinados momentos de la trama. Nos presenta un drama atractivo, fresco pero deslucido en su resultado global que hace que todo el potencial se pierda en pos de un mensaje que no transmite toda su fuerza.