HOLY SPIDER 2022 CRITICA
“Jin, Jiyan, Azadi” (“Mujer, Vida, Libertad”) es el lema de las protestas que están teniendo lugar en Irán tras la muerte de Mahsa Amini el pasado 16 de septiembre 2022. Tres días antes de su muerte, Mahsa fue detenida por la Policía de la Moral, agentes dedicados a hacer cumplir el restrictivo código de conducta islámico, centrándose especialmente en las mujeres y la vestimenta obligatoria. En su caso, esta mujer kurda-iraní fue arrestada y encarcelada simplemente por llevar inapropiadamente el velo.
Según la policía, Mahsa Amini sufrió un problema cardíaco repentino y fue llevada a un hospital donde pasó varios días en coma hasta que murió. Aunque, según esta versión, no hubo ningún contacto físico entre los agentes y la víctima, muchos ciudadanos han acusado a la policía de maltratar físicamente a la joven, provocando finalmente su muerte.
Este suceso ha despertado la rabia ya latente en la población iraní, dando lugar a una serie de manifestaciones contra el régimen y a favor de los derechos de las mujeres. Dichas protestas han sido fuertemente reprimidas por el Estado hasta perder bastante fuerza, todo por culpa de las represiones violentas, las detenciones masivas y las condenas a pena de muerte contra los manifestantes.
En mitad de este contexto, ha llegado a los cines ‘Holy Spider‘, la última película del director iraní Ali Abbasi tras la controvertida y alabada ‘Border’, que pudimos ver en la pasada edición de Festival de Cine Fantástico de la Universidad de Málaga. Se trata de una obra que, a su propio modo, pretende denunciar y poner en cuestión el régimen iraní, enfocándose especialmente en las consecuencias que tiene la represión del gobierno sobre los ciudadanos, dando lugar a «una atmósfera venenosa«. Sin embargo, la representación de ese ambiente especialmente decante y turbio termina poniendo en cuestión su trasfondo, que acaba viéndose sepultado por culpa del gusto por lo explícito.
Un horror basado en hechos reales
El impacto de ‘Holy Spider’ se apoya firmemente en que su historia está basada en hechos que ocurrieron realmente. Así, Saeed Hanaei, un veterano de guerra, casado y con hijos, mató a 16 mujeres entre los años 2000 y 2001 en la ciudad santa de Mashhad, la segunda ciudad más importante de Irán, además de sitio de peregrinación para los chiitas. Su motivación era exterminar a las mujeres que se prostituían en nombre de Alá como forma de seguir los discursos de odio lanzados por los ayatolás, lo que le llevó a adentrarse en esta misión para eliminar la corrupción existente en la sociedad.
Lo más sorprendente de este caso fue la cantidad de mujeres que fueron asesinadas y la poca cobertura que tuvo el caso en los medios iraníes por parte de las limitaciones que pusieron las propias autoridades. Además, la figura del asesino se ensalzó a la de héroe por una parte importante de la sociedad iraní que consideró adecuada la «misión» realizada por Hanaei para limpiar las calles de pecado.
Todo lo sucedido obsesionó al director de ‘Holy Spider’ (Ali Abbasi) y le encaminó a crear una obra que consiguiese retratar la crueldad del asesino y, al mismo tiempo, mandar un mensaje acerca de la sociedad iraní. De esta forma, dentro de la película encontramos dos géneros que conviven y que conforman dos partes sustanciales de la misma.
Por un lado, encontramos una película de suspense (thriller), centrada en retratar al asesino tanto en su vida normal como en la anormal (los asesinatos). Sin embargo, por otro lado, nos encontramos con una película de denuncia social, mayormente centrada en la periodista que se desplaza a Mashhad para investigar el caso y su implicación en el mismo. Además, se realiza un retrato de las autoridades y la sociedad iraní que, dado el contexto político que introducía el artículo, resulta más potente que nunca.
La radiografía de un monstruo
Una vez diferenciados los caminos por los que transita ‘Holy Spider’, resulta acertado señalar que el paseo por uno de ellos resulta mucho más impactante y memorable que el otro. Es la radiografía del asesino, el monstruo que se esconde en un hombre aparentemente corriente, lo que resulta verdaderamente terrorífico para el espectador. Aquí es donde se aprecia el gusto de Abbasi por lo sucio y lo crudo y ahí es donde se concentra lo mejor y lo más cuestionable de la película.
Este retrato funciona porque no solo vemos al asesino en su faceta puramente violenta, sino también en su faceta de marido, padre y religioso. No podemos decir que verlo en esos contextos lo humanice, pero sin duda lo acerca a una normalidad con la que convivimos, lo cual nos lanza un mensaje aterrador acerca de lo que puede esconder nuestra sociedad.
No obstante, el puro horror reside en las escenas donde se ejecutan los asesinatos. Estas son numerosas y, pese a repetir siempre los mismos patrones, consiguen ampliar algo de información sobre su perpetrador. En ellas, encontramos una crudeza tan explícita que llega a ser desagradable a causa de su realismo. Así, se combinan planos más cerrados con otros más abiertos que consiguen que el horror sea igual de impactante sea cual sea la distancia con la que los contemplemos.
Todo ello se ve acompañado de un sonido seco, casi animal, que incide en la sensación de ver a un depredador devorando a su presa. Este ritual que se presenta ante nosotros provoca que nuestra mirada se aparte, pero al mismo tiempo vuelva a la pantalla, sabiendo que no puede huir de lo que está ocurriendo frente a ella. En este sentido, destaca enormemente la labor de Mehdi Bajestani a la hora de dar vida a este monstruo.
Una denuncia sin convicción
Ante un retrato tan visceral del asesino y sus crímenes, la parte de denuncia social de ‘Holy Spider’ se ve debilitada. Ahora, la crudeza ya no es explícita, sino más implícita, más conceptual. Se trata de un camino más complejo y en el que resulta necesario hilar mucho más fino para no hacer un retrato generalista ni mandar un mensaje falto de fuerza.
Más allá de cuál fuera la intención de Abbasi, lo cierto es que esta segunda parte no funciona tan bien como debería. El personaje de Zahra Amir Ebrahimi (Rahimi), pese al esfuerzo de ésta, se presenta casi como un arquetipo, sin la humanidad y la empatía que merece, sin dedicarle el tiempo necesario para que florezca y que, de este modo, sus denuncias sean efectivas.
Lo mismo ocurre con el resto de personajes (reales y conceptuales) que muestra la película. Parecen un retrato hecho a grandes rasgos, pero sin la suficiente profundidad, como si fuera un puro trámite y no la verdadera esencia de la película. Esto puede estar provocado, en parte, por el cambio de tono que sufre la película respecto a la parte de los asesinatos, ya que inevitablemente es mucho más impactante. Pero lo cierto es que este desinterés está generado por la pasión que desprende la otra parte, ya que al contraponer ambas, resulta más evidente de lo que debería.
Este aparente aburrimiento también se aprecia en los propios elementos técnicos de la película. Obviamente, toda esa fotografía oscura y ese sonido asfixiante se abandona para tomar una fotografía mucho más limpia, natural o estrictamente natural, junto a un sonido simplemente funcional. Así, se adopta un estilo más similar al de una película de denuncia social, pero sin arriesgar demasiado en esa propuesta, haciendo demasiado evidentes sus referentes.
Las víctimas, las olvidadas
Por tanto, pese a que ‘Holy Spider’ pueda ser una película admirable en ciertos sentidos, existe un problema evidente entre su forma y el fondo. La fuerza que tiene su forma de retratar los asesinatos, no la tiene su denuncia y, tratando temas tan delicados como la violencia contra las mujeres, debería ser mucho más convincente.
Además, salvo por algún leve intento, la visión de las mujeres que son asesinadas no está representada como debería ni en tiempo ni en forma. El foco está en su asesino y en el modo en el que las mata, pero no en ellas, su situación y visión. Esto hace que las mujeres se queden relegadas al papel de víctimas, sin opción de luchar. Por desgracia, este aspecto no se ve contrarrestado por el personaje de Zahimi ya que, como hemos dicho, carece de la profundidad suficiente para ello.
Por otro lado, se hace demasiado evidente el gusto que tiene la película por mostrarnos la sordidez de los asesinatos, que es justamente algo que trata de denunciar. Esto, unido a la falta de tratamiento de otros temas como el papel de las autoridades o la posición de la sociedad respecto a lo ocurrido, da lugar a que el mensaje se diluya lo suficiente como para no ser efectivo. Por ello, hay ciertas escenas (como las últimas imágenes) que pretenden hacerlo más evidente, más explícito (de nuevo), evidenciando que Abbasi funciona mejor en este rango que en el implícito.
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