THE LAST OF US EPISODIO 6 – CRÍTICA
La adaptación de ‘The Last of Us’ ha conseguido superar su propio ecuador dejándonos el corazón devastado y, al mismo tiempo, cargado de adrenalina. Tal y como comentó mi compañero Fernando Criado en la crítica del episodio 5, avanzamos a este sexto episodio con un único pensamiento («resistir y sobrevivir») que, como ya hemos visto en el episodio 7 (el cual analizaremos próximamente), nos acompañará durante el resto de la temporada.
No obstante, la serie ha decidido darnos de nuevo un respiro y hacer una pequeña parada que resulta necesaria, pero también profundamente complicada. En ella, nuestros protagonistas tendrán que enfrentarse a esas emociones que han querido ocultar y que, ahora, ante el frío invierno, resultan más visibles que nunca. Con este pretexto, la serie de ‘The Last of Us’ transita por unos caminos algo más desconocidos para el videojuego, desvelando así que su interés principal está en los protagonistas, sus emociones y su conexión con el público.
A partir de aquí, habrá spoilers del episodio 5 y 6 de la temporada 1 de ‘The Last of Us’.
Escondidos en soledad
Este sexto episodio comienza recordándonos lo ocurrido en el episodio anterior: el suicidio de Henry y la muerte de Sam. Este detalle resulta de vital importancia porque retomamos la historia de nuestros protagonistas después de una elipsis temporal en la que han pasado tres meses desde que Joel y Ellie experimentaron tal tragedia. Por tanto, volvemos a reunirnos con ellos desde un punto nuevo en el que el trauma de lo ocurrido les ha afectado de formas diferentes y en el que también se ha desarrollado la relación entre ellos.
Aunque vamos a ser testigos de esas consecuencias a lo largo del episodio, la serie aprovecha esta escena inicial para situarnos y localizarnos. Para ello, nos introduce a unos personajes episódicos, una pareja mayor que vive en una cabaña en mitad del bosque y alejada de toda humanidad. Esto sirve como recurso para indicarnos dónde estamos y recordarnos hacia dónde vamos. Sin embargo, pese a ser unos personajes que únicamente aparecen en pantalla durante unos minutos, se aprecia un trabajo a nivel de guion para que resulten representativos, sobre todo a nivel conceptual.
Por un lado, sirven para hacer consciente al espectador (y a nuestros propios protagonistas) de que en un mundo tan desolado como en el que nos encontramos es posible encontrar un refugio donde puedas vivir, no simplemente sobrevivir. Esto sirve para aportar algo de esperanza y hacer que nuestros protagonistas se planteen un futuro más allá del cruel presente que se ven obligados a experimentar.
Sin embargo, en esta pareja también existen rasgos que nos hablan de la soledad y la necesidad de defensa. Entre ellos, existe una complicidad casi natural, fruto de haber convivido durante años alejados de cualquier otra realidad. Pero en la manera en la que interactúan con los demás y, en concreto, con Joel y Ellie, apreciamos una especie de contradicción. Podemos notar que existe cierta necesidad de ellos en pasar tiempo con alguien más, pero también hay una desconfianza que les hace distanciarse. En ese sentido, encontramos una representación realista, que también se apoya en la puesta en escena, la iluminación, el arte y la localización para reforzar su efecto.
Un golpe de pánico
Una vez que abandonamos la oscuridad del interior de la cabaña y volvemos al luminosos frío del exterior, vemos las primeras consecuencias del trauma en Joel, quien sufre un ataque de ansiedad ante la preocupación insistente de Ellie. Como va a ser habitual en el episodio, se trata de un momento que nos refleja a la perfección el estado emocional en el que se encuentran unos protagonistas que han establecido una relación de afecto que les hace estar más aterrados que nunca.
Un ejemplo de ello lo encontramos en la fogata nocturna, donde se aprecian diferentes acciones por parte de ambos. Este instante nos sirve para acercarnos a Ellie y su pasión por el cielo y el espacio. De nuevo, como hemos visto en anteriores episodios, los momentos de calidez y oscuridad sirven para que los personajes se sinceren y nos hablen de sus emociones. Así, Ellie confiesa la situación que vivió con Sam y las dudas que le genera su inmunidad en relación con una posible cura para la infección de cordyceps.
Al contrario que con Joel, en este caso se nos muestra de forma casi literal (a través de las palabras de Ellie) cuáles han sido las consecuencias de la muerte de Sam y Henry para ella: sentirse responsable y tener dudas acerca del futuro que le espera. No obstante, con la llegada del amanecer y, de nuevo del frío, el pánico de Joel vuelve a hacer acto de presencia cuando descubre que Ellie ha estado haciendo guardia porque se quedó dormido. De esta forma, se plantan algunas semillas que más adelante germinarán.
De fondo, también encontramos el terror infundado por el pareja por lo que hay más allá del llamado «Río de la muerte», que se reforzado por unos exteriores naturales totalmente tintados de blanco por la nieve, lo que les convierte en un entorno desolado y peligroso. Tal rasgo se confirma con la aparición de un grupo de desconocidos en caballo que rodean a Joel y Ellie, descartando cualquier opción de huida.
En este momento, resulta vital la puesta en escena, además de la iluminación, que consigue proyectar sombras alargadas y distorsionadas sobre el suelo nevado de forma casi expresionista. Los desconocidos se mantienen a una altura elevada, mientras que Joel y Ellie se encuentran bajo ellos, generando una jerarquía entre el nosotros y y el ellos. Lo que resulta interesante es que, pese a esta división, se realizan planos de los protagonistas desde abajo (en contrapicado), invirtiendo de algún modo esa balanza con una intención expresiva.
Con un montaje agobiante que, junto a la tensión musical, da un carácter subjetivo e irreal a la escena, nos centramos en el punto de vista de Joel y en la emoción que le paraliza: el miedo. Después de que el perro no descubra que Ellie está infectada, el silencio hace acto de presencia y la imagen y el sonido vuelven a tomar un carácter naturalista que nos lleva de camino a un lugar que el videojuego no descubrió en su momento.
A la defensiva
Al contrario que en la obra original, la adaptación de ‘The Last of Us’ ha optado por mostrarnos ya el aspecto de Jackson, la comuna donde reside Tommy. Esta decisión permite dar un escenario de fondo al reencuentro de Joel con su hermano y a una de las primeras confrontaciones decisivas entre Ellie y Joel. También une con la idea que nos presentaba la pareja mayor del inicio del episodio y que ahora se refuerza al mostrarnos una comunidad que se desarrolla y mantiene gracias al colectivismo.
En este sentido, este sexto episodio resulta interesante en todo lo referente a la puesta en escena y los puntos de vista que adopta la cámara en función del momento. Por ejemplo, el reencuentro entre Joel y Tommy lo vivimos desde la perspectiva de Joel a través de un abrazo cargado de emoción y de nostalgia que Ellie observa con cierta apatía. Pero, sin embargo, esto evoluciona cuando pasamos a la escena del comedor, donde volvemos a encontrarnos con un interior que esta vez no resulta ajeno, sino cálido y acogedor.
En dicho momento, Joel y Ellie conforman un grupo que aparece enfrentado visualmente con otro formado por Tommy y Maria, especialmente cuando informan sobre su relación de pareja. Así, es llamativo el hecho de que lo técnico nos hable de esa confrontación más allá del propio diálogo y la actitud que adoptan los personajes (por ejemplo, con Joel a la defensiva y Ellie siendo protectora con él). De hecho, como demostración de que Jackson no es lugar acogedor para ellos, en el tour por las instalaciones vuelve a hacer acto de presencia la frialdad del exterior y la actitud de los protagonistas se mantiene, con cierta evolución por parte de Ellie, que se muestra más confiada.
La carga de la culpabilidad
Después de la vuelta por Jackson, Joel y Tommy tienen un primer momento de intimidad en un bar rehabilitado por el comunidad. Como viene siendo habitual, la escena se convierte en toda una lección de cómo dirigir a los actores en escena para transmitir más allá de las palabras. En un interior cálido a nivel de color (arte) y frío por la iluminación que entra del exterior, nuestros personajes comienzan a charlar de forma amena con una barra y dos copas de alcohol de por medio. La bebida les sirve de apoyo para sobrellevar la incomodidad que existe entre ambos por los conflictos que se han acumulado a lo largo de los años entre ellos y los que están por aparecer.
Ante las preguntas de Tommy sobre la situación actual de Joel, éste se muestra distante y evitativo, alejándose físicamente de él y apoyándose en las estructuras de la propia localización. Cuando Joel le plantea unirse a su misión con Ellie, Tommy sale de la barra y busca el acercamiento con él, sin abandonar la bebida de sus manos. Sin embargo, ahora es Tommy quien se muestra más incómodo por tener que contarle a Joel que va a ser padre. En ese momento, volvemos a apreciar una jerarquía visual en la que Joel se mantiene de pie y menosprecia a Tommy y éste se mantiene sentado. Esto cambia en el momento en el que Tommy trata de igualar a Joel, poniéndose de pie y recordándole lo ocurrido con Sarah.
Entonces es cuando Joel ve la necesidad de huir de nuevo a un exterior agresivo en el que sufre un segundo ataque de ansiedad. En este caso, se ve acompañado de una especie de visión de Sarah de adulta que resulta ser otra persona que simplemente le recuerda a ella. A través de este recurso ya visto en otras obras, se crea de nuevo un momento distorsionado a través de la imagen y el sonido, que juega con la subjetividad de Joel.
Mientras tanto, Ellie ha hecho una pequeña pausa en la casa que han cedido a Joel y a ella para que pasen la noche. Lo más destacable de este momento es que Ellie descubre por primera vez lo que es una copa menstrual. Aunque resulte un detalle sin importancia, la incorporación de estos elementos a la historia permite aportarle un mayor realismo y, sobre todo, visibilizar una situación que forma parte de la cotidianeidad de las mujeres (y de las personas menstruantes en general) y que ha estado infrarrepresentada de forma sistemática en este tipo de obras.
Así, después de seguir la perspectiva de Joel, nos trasladamos a la perspectiva de Ellie para conocer mejor al personaje de Maria y explorar la confrontación que existe entre ellas. Del mismo modo que ocurría en el bar, volvemos a encontrar un interior cálido en colores y frío en iluminación, pero en este caso el enfrentamiento es más igualitario que el de Joel y Tommy. Esto se debe a que Maria tiene un trato prácticamente maternal con Ellie pues su relación se basa en los cuidados que ella le da mediante el sustento de comida, refugio y ropa. Además, la conversación entre ellas tiene lugar mientras Maria le corta el pelo, lo cual también es un comportamiento de ese tipo.
Por ello, en el momento en el que Ellie descubre la existencia de Sarah y lo ocurrido con ella, Maria se pone cara a cara con ella y trata de confrontarla con la intención de protegerla y aconsejarle para que no sufra en el futuro. Aunque no se puede decir que sea un personaje mal construido, sí es cierto que cae en ciertos arquetipos (como que su carácter maternal puede estar relacionado con su carácter de líder) y que la conocemos sobre todo por lo que ella expresa verbalmente más que por otros recursos. Con suerte en futuras temporadas tendremos la oportunidad de redescubrir este personaje con mayor profundidad.
También cabe destacar algunos detalles que nos demuestran que Jackson es una comunidad funcional y segura. El hecho de que las necesidades básicas de alimentación, vivienda y servicios estén cubiertas a la perfección convierten a Jackson en un sitio habitable y agradable en el que convivir. Pero es especialmente importante que se preocupen por ir más allá de eso y planten actividades de ocio donde la cultura y el arte estén presentes. Por eso, que esta comunidad tenga la tradición de ver películas y reunirse del mismo modo que lo hacemos en nuestra casa y un cine, nos manda un mensaje vital acerca de lo que debe ser una sociedad democrática e igualitaria.
Una herida llena de dolor
Tras el enfrentamiento entre Tommy y Joel, éste ha optado por ocultarse al verse sobrepasado por sus emociones. Pero ahora, cuando Tommy vuelve a acercarse a él, la situación ha cambiado. Joel está preparado para decirle la verdad y hablarle desde su parte emocional, la cual suele reprimir bastante como forma de protegerse. Así, refugiado en (esta vez sí) un interior verdaderamente cálido, Joel le cuenta todo lo sucedido a lo largo de su viaje y le confiesa su mayor miedo: repetir el pasado a través de Ellie.
El pánico de Joel reside en su culpabilidad, en la responsabilidad que siente por lo ocurrido con su hija, y en el trauma que arrastra desde entonces. Su hermano le escucha, le entiende y, a diferencia de su anterior encuentro, ambos se ponen frente a frente y se igualan, lo que hace que Tommy acepte acompañar a Ellie en lugar de Joel. Todo se ve acompañado de una música cargada de emoción que refuerza el momento y unas interpretaciones convincentes y, especialmente desgarradoras en el caso de Pedro Pascal.
De este modo, una vez que Joel parece haberse liberado del pánico que le atacaba, sale acompañado de Tommy a un exterior que se ha vuelto agradable. No obstante, todavía tiene que hacer frente a otro conflicto, el de una niña que está empezando a ver como a una hija y a la que le duele abandonar.
Así, llegamos a una de las escenas más icónicas del videojuego original que, en el caso de la serie, se ha querido recrear casi a la perfección. Aparte de la combinación de tonos fríos y cálidos y de una puesta en escena jerárquica y expresiva, lo que más sorprende es la interpretación de Pedro Pascal y, sobre todo, de una Bella Ramsey que no se cansa de demostrar su potencial.
El enfado de Ellie ante el abandono de Joel da lugar a una escena donde Joel recuerda algunos momentos con su hija Sarah en la oscuridad de su cuarto (flashback). Se trata de un recurso excesivamente utilizado en el audiovisual, pero que resulta efectivo sobre todo en el contraste entre el pasado (luminoso y claro) y el presente (oscuro y difuso).
Una esperanza que lleva de nuevo al miedo
Con la llegada del día, la frialdad vuelve a ganar presencia hasta que descubrimos que Joel va a seguir acompañando a Ellie. Entonces, la despedida entre los hermanos queda enmarcado por un sol del amanecer que aporta mayor brillo a la escena y algo de alegría. Este rasgo se mantiene en los momentos posteriores donde Joel y Ellie consolidan más su relación como «padre e hija», donde la violencia sigue teniendo un papel fundamental.
A través de un montaje dinámico acompañado de uno de los tracks más representativos de la música original de ‘The Last of Us’, vemos la evolución del viaje hasta la nueva localización conocida de los Luciérnagas. En él, se combinan imágenes donde la naturaleza se carga de belleza gracias a la luz del sol y se representa de nuevo la soledad, pero esta vez compartida, llena de esperanza.
Finalmente, nuestros protagonistas llegan a la zona de la Universidad, donde las nubes parecen cubrir el cielo que les había estado acompañando durante su viaje. Este detalle nos indica que entramos en un territorio hostil y falto de vida, pese a que la naturaleza parece haberse apoderado de ella (por ejemplo, con los monos del laboratorio en libertad moviéndose por las instalaciones).
Pronto descubrimos que esas sensaciones se deben a que los Luciérnagas han abandonado la zona en busca de otra con mejores recursos, lo que complica de nuevo la misión de nuestros protagonistas. Pero no se trata de un territorio hostil solo por eso, sino porque en él se mueven asaltantes. Después de lo visto anteriormente, donde Joel y Ellie se han enfrentado a situaciones peores, por lo que no debería ser algo especialmente peligroso. Sin embargo, ahora conoces el miedo de Joel y el poder que puede llegar a tener esa sola emoción.
Así, en una escena cargada de dinamismo por el uso de la cámara en mano y la tensión que alcanza la música, vemos cómo el miedo hiere a Joel. Al principio, como la cámara encuadra los movimientos de Joel, no apreciamos esa herida; pero entonces, vemos el terror en el rostro de Ellie y el montaje nos lo muestra, una herida profunda y sangrante.
Como pueden, Ellie y Joel huyen hasta alcanzar un blanco que casi es gris y que lo invade todo. En ese escenario tan desolador, Joel cae al suelo y Ellie cae con él. La edición nos combina la herida con los rostros de los personajes en primer plano. Nos hacemos conscientes de que ahora los roles, de los que ya hablamos en el cuarto episodio, han cambiado definitivamente. La cámara se aleja evidenciando la desolación que nos rodea y una melodía familiar vuelve a reunirse con nosotros con tono melancólico y triste.
De este modo finaliza un sexto episodio que nos evidencia cuáles son los aciertos y los desaciertos (posiblemente conscientes) de esta adaptación. Así, cuando la serie opta por mostrarnos momentos no vividos en la obra original, alejándose así de su referente audiovisual, podemos apreciar una frescura y una creatividad que alcanza a todos sus elementos (tanto narrativos como técnicos). No obstante, también se ve penalizada en las comparaciones cuando, a favor de dar un mayor peso a la caracterización de los personajes y al trabajo emocional de los mismos, se pierde la oportunidad de crear verdaderos momentos audiovisuales como el que vivimos en el videojuego (en lo ocurrido en la universidad). Además, como ya vimos en el episodio 5, hay veces en que la serie cae demasiado en la expresión literal a través de diálogo, como en el caso de Maria.
Disfruta de la crítica del anterior episodio aquí.