THE LAST OF US EPISODIO 7 – CRÍTICA
Tras un sexto episodio basado en conversaciones y cargado de emociones (aquí puedes leer la crítica de Laura Carnicer Santos), ‘The Last of Us‘ adapta el DLC ‘Left Behind‘. Quien ha jugado esta expansión de la historia, jamás la olvida. Por ello, existía cierta expectación ante la adaptación realizada para HBO Max. ¿El resultado? Una hora de ficción televisiva de calidad que, eso sí, se queda por debajo de la obra original.
A partir de aquí, habrá spoilers del episodio 7.
Lo que enfrentamos ahora
La cámara se desplaza lentamente por un exterior frío cubierto de nieve. El silencio tensa los nervios de un espectador que conoce el desenlace del capítulo anterior. En el interior de una casa abandonada, un caballo espera y una mancha de sangre recuerda la grave herida provocada en el abdomen de Joel (Pedro Pascal). Su grito alejado rompe la hipnosis y hace que la cruda realidad aterrice.
Así, aparecen los protagonistas. Ellie (Bella Ramsey) atiende a Joel, quien forcejea. Exige a su «hija adoptiva» que le deje y huya. Entiende que va a morir. La interpretación de Pedro Pascal entierra las dudas de quien las tuviera. Esa lágrima encierra más elocuencia que incontables monólogos (algo que la serie debería aplicarse en ocasiones, por otro lado).
Ellie abre una puerta y la pantalla de va a negro. Suena Pearl Jam. Este es un inicio difícilmente mejorable.
Lo que dejamos atrás
Entonces, comienza un flashback que lleva la historia al momento en el que Ellie se formaba en una escuela de FEDRA. Tras una pelea con otra chica (Ruby Lybbert), se produce una conversación entre la protagonista y un capitán militar (Terry Chen) en el despacho de este último. Sobresale el carácter rebelde de la chica en una escena en la que se percibe un cuidado trabajo de guion para entregar diálogos medidos y significativos. Aparentemente, Ellie decide tragarse su orgullo para asegurarse un futuro más sencillo.
En la oscuridad de su habitación, se suceden planos detalle de objetos preciados (una pelota de béisbol, su libro de chistes…). Tal y como se afirma en el podcast oficial de la serie, es una persona que otorga un enorme valor a sus cosas, casi como si esta fuese una manera de aferrarse a la realidad, por lo que la elección de los planos incide en esa cuestión.
En mitad de la noche, Riley (Storm Reid) despierta a Ellie y le asusta, lo que hace que esta coja su navaja para defenderse. Empieza a dibujarse la dinámica entre ellas. Riley tiene más años y, aparentemente, es menos explosiva. Por su parte, Ellie no puede evitar sentir cierto rencor, pero tampoco es capaz de negarse a acompañar a Riley en un plan que, teóricamente, esconde la mejor noche de sus vidas.
Constituye un acierto de guion el hecho de que Ellie pida a Riley que se dé la vuelta cuando se dispone a cambiarse los pantalones. Es un detalle que muestra que, detrás de esa coraza, se esconde una adolescente que, intuimos, se avergüenza de que la chica que le gusta le vea en ropa interior.
Así, las jóvenes salen por la ventana. Toda la escena ha estado dominada por la oscuridad y un tono verdoso roto por una luz cálida procedente del exterior, presagio de ternura o amor… pero también de violencia y peligro. Precisamente, es lo que encontrarán en su viaje.
La mejor noche de nuestras vidas
En su trayecto, entran en un edificio donde un hombre adulto parece haberse suicidado con alcohol y pastillas. No se asustan por esta imagen. Se acercan e, incluso, Ellie profiere carcajadas cuando el cadáver se hunde bajo el suelo en el que se encontraba. Este momento puede parecer trivial, pero ofrece un certero retrato de dos personas que, a pesar de su corta edad, han visto desarrolladas sus existencias en un contexto muy diferente del nuestro, cargado de muerte, enfermedad y decadencia.
En principio, la llegada al centro comercial no aporta claridad en la fotografía del episodio, condicionada por la oscuridad de la noche. Sin embargo, se obra el milagro: ante Ellie, se encienden las luces de los locales en el que apunta a ser uno de los momentos más icónicos de la serie debido a la composición de la imagen, la evolución lumínica, la interpretación de Bella Ramsey y, muy destacadamente, un trabajo de VFX que, aunque parezca mentira, crea de la nada toda la segunda planta (este dato también fue aportado en el podcast oficial).
A partir de aquí, el sabor es algo agridulce. Frente al escaparate de Victoria’s Secret, se aprecia una Ellie vulnerable e insegura con su físico, lo que otorga matices a un personaje siempre tan a la defensiva. Por otro lado, los minutos en el tiovivo son mágicos gracias a una fotografía casi onírica, la estupenda elección musical (una especie de versión en nana del ‘Just Like Heaven’ de The Cure) y una química entre las actrices que no vuelve a ser igualada en el resto del episodio.
No obstante, el momento del fotomatón desvela grietas que ya estaban ahí. No puede negarse que transmite la incomodidad inherente a ese momento en el que dos personas se gustan y no pueden decirlo, pero, pese a todo… hay algo que no termina de encajar. Quizás influya que sea imposible replicar las mayores virtudes del DLC, pues se sustentaban en el impacto producido por la contraposición entre unas mecánicas jugables que servían para matar o para divertirse (y amar) en función de la situación temporal de la historia.
Por otra parte, Bella Ramsey da otra clase magistral de expresividad emocional y Storm Reid no hace un mal trabajo. Sin embargo, se echa en falta entre ellas esa chispa tan difícil de definir, pero tan vital para lograr la organicidad que requiere un relato atravesado por el amor como este.
«No te vayas»
Más adelante, la fotografía estridente y el inmersivo diseño sonoro de la sala con recreativas da lugar a un conseguido homenaje a una manera de entender y disfrutar los videojuegos que pasó a mejor vida (y que podrán apreciar en su totalidad todos aquellos ya entrados en años).
La discusión entre ambas se caracteriza por las virtudes y debilidades anteriormente comentadas. Asimismo, el baile, la confesión y el beso entre las adolescentes son verdaderamente conmovedores; principalmente, por lo que logra Bella Ramsey a nivel verbal y físico (sus movimientos nos dan las claves sin necesidad de ver su rostro), así como por los hallazgos de la obra original (ese «no te vayas» siempre acierta en el corazón, da igual cuántas veces sea escuchado).
En cuanto a cómo se infectan Ellie y Riley, resulta menos espectacular e intenso que en el DLC (allí, escapaban de una horda de infectados) aunque, en cierto modo, es comprensible, pues esta adaptación ha optado a lo largo de toda la temporada por una escala más intimista.
Lo que no podemos perder
Por lo que respecta al tramo final del episodio, su montaje funciona e imprime ritmo y significado al enlazar lo que dejó atrás Ellie (un primer amor truncado por la desgracia) con lo que más quiere en estos momentos: un Joel malherido que se pone en manos de una chica incapaz de volver a perder a alguien.
La imagen de esas manos entrelazadas, junto con la maravillosa música de Gustavo Santaolalla, demuestran ser el mejor cierre posible para un episodio que, más allá de sus limitaciones, atesora hallazgos suficientes para merecer ser catalogado como algo más que simple relleno.
Sigue todas las novedades sobre ‘The Last of Us’ en nuestra web.