VENUS CRITICA
Tengo sentimientos encontrados con Jaume Balagueró. Suelo interesarme por sus películas pero, con la excepción de ‘Rec’, no me terminan de convencer completamente. En este sentido, el tráiler de ‘Venus’ me llamó la atención y esperaba su visionado con ganas. Se trata de la nueva entrega del sello ‘The Fear Collection‘ tras la mala acogida recibida por la ‘Veneciafrenia‘ de Álex de la Iglesia. Tuve la suerte de poder verla en el último Fancine antes de su estreno el pasado viernes 2 de diciembre. Por desgracia, de nuevo, mis expectativas no se vieron del todo atendidas.
Horror cósmico en el extrarradio
‘Venus’ nos acerca a Lucía (Ester Expósito), una gogó que roba una bolsa llena de droga a sus criminales jefes para comenzar una nueva vida. Se refugia en casa de su hermana (Ángela Cremonte) y su sobrina pequeña (Inés Fernández), con quienes ha estado distanciada todo este tiempo. No sabe que el edificio del extrarradio madrileño en el que acaba de entrar esconde un misterio cósmico y peligroso que está a punto de resurgir.
Así, mientras desarrolla la relación con su sobrina, Lucía se sumerge progresivamente en una espiral de terror que amenaza su existencia. Por otro lado, sus antiguos jefes movilizan todos sus recursos para dar con ella, recuperar el dinero y provocarle el mayor dolor posible. De esta manera, peligros arcanos y terrenales se aproximan a nuestra protagonista, quien se ve cada vez más desamparada.
Esta doble amenaza establece las bases para que Balagueró articule una historia en la que el terror y el thriller criminal se dan la mano. Por un lado, la amenaza sobrenatural se hace cada vez más patente, tanto en los terroríficos sueños de Lucía como en una realidad contaminada por una oscuridad reciente. Asimismo, observamos las andanzas de los mafiosos, las consecuencias del robo y los pasos dados por estos. Estas dos vertientes se acaban entrelazando en un último acto donde todo salta por los aires.
La peligrosa tierra de nadie
El principal problema de Venus radica en el hecho de que ninguna de estas vertientes funciona completamente. Resulta justo admitir que Balagueró construye con oficio una correcta atmósfera de terror en lo relativo a todo lo que sucede en el piso donde se esconde Lucía. En este sentido, destacan unos sueños que funcionan como verdaderos catalizadores del horror.
Sin embargo, el guion es francamente previsible en este sentido. Es difícil no sentir que todo lo que se nos muestra en pantalla está muy visto. Esto es una pena, puesto que durante la cinta se menciona la idea de una monstruosidad que se alimenta de los dolores de un edificio situado en un barrio de clase obrera.
Sin duda, si se hubiera explotado el concepto apuntado en el párrafo anterior, la película podría haber discurrido por unos caminos que la habrían elevado desde el punto de vista conceptual. Sin ir más lejos, ‘Verónica‘ abrazaba con mucha más inteligencia y precisión las características y posibilidades concretas de Vallecas, un lugar no muy alejado de aquel en el que se desarrolla ‘Venus’.
En cuanto a los fragmentos protagonizados por los criminales, la historia se mueve entre la sordidez, el costumbrismo y el patetismo. Pese a contar con algún que otro momento conseguido (esa visita a una vidente muy particular), el metraje peca aquí de un fallo que se extiende durante casi toda la proyección: la decisión de no atreverse a desmelenarse e ir más allá. Esta falta de arrojo condena a ‘Venus’ a situarse en un punto muy cercano a la indiferencia. Por suerte, el tramo final sí va a por todas.
La película que todos esperábamos
‘Venus’ culmina su recorrido con una explosión de acción terrorífica y alucinada que, sin llegar a ser perfecto, da lugar a los momentos más icónicos de la cinta. Se trata de un divertidísimo despiporre que, eso sí, está lo suficientemente controlado para evitar un descarrilamiento que, a estas alturas de la película, la habría terminado de hundir.
La fotografía, tras haber estado dominada por una oscuridad sin demasiada personalidad, entrega aquí ciertas imágenes en las que la luz se une a la fiesta para consolidar la iconicidad antes mencionada. A su vez, se desata una música electrónica algo pasada de moda que, no obstante, encaja perfectamente en el desenfreno que domina todo este tramo.
El montaje también juega un papel destacado en estos momentos gracias a un preciso trabajo que combina acertadamente las explosiones de violencia con el suspense sostenido.
Asimismo, Ester Expósito se merece una mención especial. Probablemente, fueron muchos los que acogieron con ideas prejuiciosas su elección para el papel principal. Pues bien, todas esas voces deberían quedar silenciadas tras ‘Venus’, pues Expósito se adapta muy eficazmente a lo que pide la historia en cada momento para terminar de explotar como una estupenda final girl en la parte final.
Merece la pena verla pese a sus errores
‘Venus’ podría haber sido la película que su última acto nos regala. Sin embargo, su palpable falta de atrevimiento nos entrega una película donde predominan una cinta de terror y un thriller estimables que, por otro lado, podrían haber elevado el listón si se hubiera producido una profundización conceptual en elementos con gran potencial que se tratan superficialmente.
Dicho esto, el citado último tramo es un maravilloso desmelene en el que el trabajo de Jaume Balagueró alcanza su punto más brillante. La fotografía, la música y el montaje se suman a la fiesta para sumergirnos en un baño de sangre que nos invita a bailar en el patio de butacas mientras se suceden las imágenes icónicas.
Ahora bien, ‘Venus’ no sería lo que es sin la encomiable labor de Ester Expósito, quien aporta lo que la película necesita antes de terminar de comerse la pantalla en los momentos finales. Es la columna vertebral de una obra que, con independencia de sus errores, merece ser vista en una sala de cine junto a otros parroquianos con ganas de fiesta.