El otro día como suele ser habitual mientras miraba las diferentes redes sociales me encontré con un par de comentarios acerca de un nuevo “reportaje” que habían hecho en una cadena de televisión española. Como podréis deducir se trataba una vez más del típico discurso fácil de la adición y los videojuegos como si fuera una droga del que no creo que haga falta hacer más hincapié del que ya ellos mismos se dan con niños de la katana o gente jugando al LOL con mando.
Pues el caso es que pase sin hacerle mucho caso, pero entonces me planteé por qué en ningún momento hacían uno reivindicando el lado bueno y no me refiero solamente a resaltar cuáles son esos grandes juegos del año con vídeos facilones que hacen de vez en cuando. Me refiero a la parte quizás más extremista, a cómo los videojuegos hay ocasiones en las que salvan vidas, como la mía, como la tuya como la de cualquiera que este en un momento personal malo en el que este medio se convierte en un auténtico salvavidas.
Los videojuegos en muchos casos han llegado a ser como una parte más de mi familia y como ese mejor amigo que en ocasiones no tenemos el placer de contar con él. Seguro que muchos de vosotros tenéis ese juego o saga especial en la que volvéis cada poco tiempo, donde os sentís seguros, felices y cómodos al fin y al cabo. En mi caso eso sucede con Kingdom Hearts, una franquicia con la que he estado desde que tengo uso de razón, he crecido, llorado, madurado y reído con ella a lo largo de toda mi vida. Resumiendo, a estado a lo largo de toda mi existencia en los momentos malos y buenos ¿por qué tiene que ser malo que considere que no puedo imaginar mi vida sin haber descubierto esta saga por ejemplo?
Es más y voy todavía más lejos, los videojuegos no solamente han estado conmigo en esos momentos, sino que han formado parte de mi educación y de mi forma de ver la vida y comprender las cosas que nos rodean. Muchos no tenemos la suerte de vivir en un entorno cercano que respete los videojuegos o nos transmitan todas las ideas, por lo que doy gracias a este arte de que me haya enseñado tantas cosas y el haber podido ver en muchas ocasiones el otro lado de la moneda.
Es por ello que considero tan importante poner en valor todos esos títulos que transmiten tanto y no solamente quedarnos en lo que desea la gente ajena al sector, que es poner el ojo en esos títulos que todos conocemos. Porque a diferencia de lo que se piensan estos ignorantes, los videojuegos no solamente son tiritos y violencia y hay muchos otros de los que no saben su existencia que son muchísimo más que eso. Son una herramienta educativa excelente de la que todavía no entiendo que estemos tan atrasados y no le podamos dar la misma validez que leer un buen libro o película. Al igual que como una opción normal de ocio, ya que salir de fiesta hasta las tantas de la madrugada es estupendo, pero hacer lo mismo con ese videojuego que tanto tiempo llevabas esperando está visto como de enfermo maníaco y adicto.
Hay veces en las que uno no quiere aceptar la realidad y se encuentra en un mal momento anímico o está directamente en depresión para andarnos sin medias tintas. Muchos videojuegos se convierten entonces en verdaderos salvoconductos que nos trasladan a un mundo donde nosotros somos los protagonistas y tomamos las decisiones con total libertad. Siempre que sea en una medida saludable, qué tiene de malo lograr por unas horas que estemos felices en ese mundo ficticio que se ha creado con tanto cariño y esfuerzo por parte de los desarrolladores.
A todos estos es a los que se les llamaba y todavía se sigue en muchos casos con el calificativo de “raros” o “frikis” ¿verdad? Llegando a tal abuso en muchas ocasiones como puede ser en el caso de un servidor de hacerle sentir que realmente estaba haciendo algo malo, que eso no es lo que realmente yo quería hacer y que jugar a videojuegos solamente me estaba haciendo más bien que mal. Hasta el punto de sostener un cuchillo sobre ciertas partes, a ese grado se consigue llegar en muchas ocasiones sobre todo cuando eres joven, cuando te sientes ese raro que no conoce a nadie más que sea como él. Por lo que intentad no llegar a estos extremos, los videojuegos nunca hacen daño y seguramente os den lecciones muchas lecciones de vida de las que os quiere dar esa gente.
Se que desde esta humilde posición es complicado hacer cambiar un pensamiento tan arraigado en una parte tan importante de la sociedad, por lo que esto no va a dirigido a todo ese sector ajeno a los videojuegos. Sino que va dirigido a ti, a esa persona que ha estado en momentos de auténtica debilidad sin saber que hacer, sin ganas de avanzar en la vida y que ha tenido en los videojuegos el único apoyo o cápsula de escape. No debes sentirte mal por disfrutar de algo que amas tanto, de algo que te hace feliz y si a mí me apetece llorar porque han matado a un personaje en un videojuego como si fuera real, lo hago. Los videojuegos son obras y como tal van destinadas a dejar huella en el usuario y como tal merecen ser tratadas con el máximo respeto hacia lo que pueden significar para cualquier jugador.
Nunca os sintáis mal por disfrutar de este arte, no os dejéis menospreciar por los que os rodean. No estáis solos, porque si, somos muchos los que hemos sobrevivido en muchas ocasiones gracias a los videojuegos y entre todos conseguiremos colocar a este arte en el lugar que se merece.
Gracias a Kingdom Hearts por enseñarme el valor de la amistad
Gracias a Final Fantasy por enseñarme la belleza de la vida
Gracias a Silent Hill por enseñarme a ser curioso
Gracias a Zelda por enseñarme lo que es la libertad
Gracias a Bioshock por enseñarme a ser crítico
Los videojuegos me salvaron la vida
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