En una entrevista concedida por Sam Lake a Screenrant hemos podido conocer que los derechos de Max Payne pasaron automáticamente a Rockstar y Take-Two nada más salir la primera entrega al mercado, aunque estos permitieron que la primera secuela volviera a desarrollarla Remedy.
Después de salir el primer juego, los derechos de la IP fueron vendidos a Take Two y Rockstar, y parte de este acuerdo fue que nosotros crearíamos la secuela. Fue una buena situación. Pusimos mucha pasión en Max Payne. Fue maravilloso crearlo, y coger ciertas ideas del primero y hacer una secuela es algo muy divertido en varios aspectos. Pero por otro lado, teníamos que entender que este sería el último juego de Max Payne para nosotros. Puedes imaginar qué tipo de proceso emocional sentíamos cuando trabajábamos en el, mientras le decíamos adiós.
Sam Lake también comenta en dicha entrevista que cuando Rockstar fue a sacar la 3ª entrega contactó con ellos para que pudieran probar el juego y que les dieran su opinión. Algo que según él fue bueno para el juego y para ellos mismos, ya que pudieron ver como Rockstar había seguido la ruta que ellos había comenzado en las anteriores entregas y además habían confiado en ellos para que los evaluaran.
Por ahora desconocemos si algún día llegará una nueva entrega de la saga, por lo que solo queda esperar a que alguna de las desarrolladoras que poseen los derechos de el paso, o deje que otra lo de en su lugar y se ponga a trabajar en el que sería el cuarto juego de Max Payne.