Nunca he sido fan de los souls, jugué una vez 15 minutos al primer Dark Souls e intenté muchas veces superar el primer nivel de Demons Souls sin éxito. Pensaba que el género simplemente no estaba hecho para mí y dejé de lado grandes títulos como Sekiro por ejemplo. Era un negado para los souls, eso estaba claro. ¿O quizá es que no había empezado por el mejor título de la serie para novatos? Acompáñame en este viaje sobre ser novato en Bloodborne.
Un amigo me dijo que quería introducirse en el género de los souls y que había preguntado a un amigo suyo y le había recomendado empezar por Bloodborne. No lo dudamos mucho, por diez euros podíamos probar un videojuego exclusivo de Playstation 4 y uno de los que para muchos es uno de los mejores juegos de la consola. “Prepárate para morir”… pensé para mí mismo calculando las posibilidades de que la propuesta me gustase y llegando a la conclusión de que eran de un total de un uno por ciento.
Un novato en Bloodborne: toda una experiencia
Cuál fue mi sorpresa al descubrir que estaba totalmente enganchado al juego. Moría, sí, eso está claro, es imposible no morir en un souls. Pero la sensación de estar en un constante aprendizaje era tan satisfactoria que valía la pena. Nada más empezar el juego ya me encontré con unos lobos que me quitaban las ganas de vivir con sólo un zarpazo y empecé un periplo que muchos adoran de este tipo de juegos: la comunidad. Me enfrasqué en vídeos de Youtube sobre cómo jugar a Bloodborne y consejos para empezar con el título.
A las pocas horas de juego ya había desbloqueado mi primer atajo y había dado muerte al primer jefe (que más tarde descubriría que es opcional). Y sí, me costó muchísimos intentos derrotar a mi primer jefe, y sí, descubrí que Bloodborne está lleno de secretos al darme de bruces contra una pared detrás de él que era imposible de franquear y por tanto había luchado contra él para “nada”. Y es que Bloodborne está lleno de secretos y situaciones inesperadas que te hacen saltar de tu asiento a cada paso. Ese enemigo oculto detrás de una esquina, ese atajo que no habías visto y que te habría ahorrado muchísimas caminatas… o incluso ese NPC al que atacas por la espalda pensando que era un enemigo y luego te jura la persecución eterna.
Y sí, es fácil meter la pata en Bloodborne y quitarte de golpe y porrazo una misión “secundaria” de en medio. ¿Y es que qué habrías hecho tú si ves a un soldado de espaldas sentado frente a un altar? Pues obviamente ir a por él y meterle un espadazo del que se acordaría toda su vida. Pero no, no era esa la estrategia, pues a partir de ese momento cada vez que te vea te perseguirá para luchar contra ti. Y ya os advierto que al principio de la aventura es un rival bastante formidable.
El subtexto de Bloodborne y la satisfacción de mejorar
Otro de los puntos que más me ha gustado de Bloodborne ha sido todo eso que no se dice o se dice de fondo. Si somos cautos tendremos acceso a muchas conversaciones que nos irán revelando detalles sobre el lore del universo del juego y podremos hablar con muchos de los habitantes de las ciudades que se han encerrado en sus casas por miedo a la enfermedad y a los monstruos que acechan. La comunidad también está abierta a debatir y su mundo crece día a día.
Pero no hay nada más satisfactorio en el videojuego de From Software que el aprendizaje. De repente llegamos a un jefe que creemos imposible de superar. Y a partir de ahí llega un proceso mágico en el que farmearemos para subir nuestras estadísticas luchando contra cientos de enemigos y nos daremos cuenta de que esos lobos que al principio del juego nos parecían unos colosos inabatibles ahora serán como moscas que únicamente nos molestan un poco. Tras unas cuantas horas de juego pasearemos como por nuestra casa por el primer escenario e iremos matando a todo bicho viviente.
A partir de ahí recurriremos a la comunidad para averiguar cómo podemos hacer frente a ese jefe final y cuáles son sus puntos débiles. Hay grandes referentes de habla en español que nos podrán echar una mano en sus redes y canales y cuando ya pensemos que lo tenemos todo listo (muchos viales de sangre en mano para recuperar vida) iremos directos a la batalla. ¿Y venceremos a la primera? Ni muchísimo menos. Todavía tendremos que intentarlo una decena de veces hasta que en una de ellas tengamos mucha habilidad o suerte (o ambas) y demos muerte al adversario. Es uno de los mejores momentos de todo el juego y una de las sensaciones más satisfactorias del mundo de los videojuegos. Derrocar a un jefe en cualquier souls supone un subidón de adrenalina tras días pensando en la mejor estrategia para hacerlo.
“Los souls no son para mí”… ¿seguro?
Los souls no eran para mí. Era una afirmación que tenía clara y nadie me iba a sacar de ahí. Tras más de veinte horas en Bloodborne sólo tengo claro que no veo el momento de retomar Demons Souls o de probar el próximo Elden Ring para ver cómo se han introducido todas las mecánicas del género en un mundo abierto. Sus posibilidades son infinitas, al igual que mis ganas de probarlo. Por lo tanto mi consejo es que la paciencia es un grado y que si superáis esa barrera inicial de negación frente a los souls encontraréis uno de los géneros más retadores y que mejor recompensa ofrece al usuario por su habilidad.
Olvídate del modo fácil, aquí la única ayuda serás tú mismo. Tienes todo el tiempo del mundo para mejorar y a cada hora que juegues estarás una hora más cerca de amar a From Software y a todas las mentes pensantes que hay detrás. Recordarás con cariño cada jefe eliminado y soñarás con un juego que ya es historia de los videojuegos y que lo será siempre. No en vano han sido muchas las compañías que han intentado imitar el género (algunas con más éxito que otras) e incluso ya hay propuestas en el horizonte como ‘Lies of P’ que guardan cierta “inspiración” en el Bloodborne que hoy nos ocupa.