SEKIRO Y REVIVIR; LA ESENCIA DE VOLVER A NACER
No mucho más lejano de esta fecha salía al mercado una nueva obra de From Software, una que levantaba muchas dudas por su cambio de fórmula, por su ambientación tan distinta a lo habitual en la saga Souls o por cosas tan ridículas como que su editora fuera Activision en lugar de Bandai o PlayStation.
Sin embargo una vez se pudo disfrutar por todos los jugadores, pudimos ser conscientes de que estábamos ante una nueva obra maestra de Miyazaki y del estudio nipón, el GOTY del 2019 era una realidad ante nuestros ojos: Sekiro Shadows Die Twice.
Pero hoy no estamos aquí para hablar de un videojuego del que ya se han escrito ríos de tinta sino que venimos a charlar un poco más acerca precisamente de una de esas nuevas mecánicas introducidas en este título como fue la posibilidad de revivir, lo que implica dentro del juego y sobre todo el significado que representa en el jugador.
Sekiro nos plantea una diferencia fundamental respecto al resto de títulos anteriores del estudio y es que a pesar de la dificultad y entornos laberínticos que caracterizan a todas sus obras, esta, trae consigo la posibilidad de revivir con una parte de la vida si cumplimos ciertos requisitos que únicamente es que tengamos una de las esferas cargadas.
Esto sobre el papel podría tener una importancia menor pero sobre la práctica cualquier jugador habitual a esta clase de videojuegos sabe ver el punto de inflexión que significa para diferenciarlo de los demás, para hacer de Sekiro una obra única en su especie.
Cuántas veces os ha pasado eso de que estás a punto de derrotar a un jefe súper complicado y en el últimos suspiro con la inercia de la batalla decides jugártela a un último golpe para rematar esa pequeñísima barra de vida que le resta. ¿El resultado final? Tus nervios por los aires, el letrero de muerte en pantalla y tu fe en la humanidad perdida por completo.
Pues eso precisamente es con lo que juega Sekiro, con la mente del jugador experimentado, con el que está acostumbrado a sufrir este tipo de emociones a y presentarle y entregarle directamente en su mano si toma o no la decisión de revivir, de jugar con una segunda oportunidad con la que poder tener éxito en la batalla.
Es la mecánica que más me fascina de todo el videojuego y lo que representa no solamente en el título y en el jugador sino en la vida en general. Pueden acabar con nosotros una vez pero siempre tendremos a nuestra sombra, la cual habiendo aprendido de los errores de su propio yo, se levantará una vez que los enemigos se alejan de nuestro cadáver inerte, carente de esperanza y de sentido, y se alzará imponente para continuar hacia adelante.
Un juego en el que se tratan temas como el honor, la lealtad y la convicción en unos ideales, es el escenario perfecto para representar esta metáfora que nos plantea Miyazaki. Sekiro es una obra con muchas aristas, con muchas capas que requieren ser descubiertas con paciencia y sobre todo por uno mismo, en el cada uno sea capaz de construir sus propias vivencias e interpretar el viaje de la manera que considere oportuna.
No solo se reinventa a si mismo como nueva experiencia dentro del universo creado por From Software sino que supone una experiencia que posiblemente no se pueda volver a replicar en el futuro o al menos experimentarlo de la misma manera que esta primera vez.
Volver a conocerse a uno mismo, volver a vivir una vez más la sensación de encontrarnos ante algo totalmente desconocido, ante la crueldad de lo salvaje y malévolo, pero al final tener la oportunidad de revivir, de poder aprender y finalizar un viaje, que en muchas ocasiones traspasa la pantalla y se antepone como un recorrido de esfuerzo, de superación, de osadía al conquistar algo que estaba fuera de tu alcance, de un camino que pensabas que no te concedería una segunda oportunidad.
