Soul Hackers 2 no es Persona 5. He leído muchos reportajes; noticias e incluso algún que otro análisis donde se reflejaba «el alma, el aura de Persona 5, la esencia de…» y sinceramente, creo que ese juego ha marcado para bien y mal a Atlus. Es cierto que Soul Hackers 2 nace de la necesidad de seguir la ola mainstream que llevaba Shin Megami Tensei y Persona 5, pero creo que ni ellos mismos lo saben a qué público va dirigido.
Es importante que sepáis que no hace falta jugar al primer Soul Hackers; sub-saga que nace de «Los MegaTen», aunque centrada en el tono detectivesco. Esta secuela sigue con esas dotes de aventura de detectives pero llevada al extremo futurista, una especie de futuro Cyberpunk con toques oníricos. El tono funciona bastante bien y el diseño, a primera vista, es llamativo.
La premisa de plantarte en las primeras horas de juego al grupo principal está muy bien… en el término jugable. Teniendo ya disponible a los personajes principales no nos costará mucho meternos con las mecánicas de combate, el problema es que la historia tarda en arrancar y tampoco es que esté al nivel de otras grandes historias de Atlus.
Otro punto común será la posibilidad de reclutar demonios, como en Shin Megami Tensei. Cada personaje podrá equiparse a ese demonio y usar sus habilidades. Contaremos con la posibilidad de fusionar a estos demonios para que estos se transformen en demonios más fuertes y especiales, también ya visto en la saga. Es algo que los fans estarán contentos, pues si algo funciona pues intenta tenerlo siempre presente en futuras entregas.
Soul Hackers 2 entra en la familia de los Dungeon RPG y eso tiene connotaciones positivas y negativas. Las mazmorras laberínticas será otro de los pilares principales, con detalles jugosos como la posibilidad de encontrarnos a nuestra camada de demonios rondando el lugar y explorando cada recoveco en busca de dinero; objetos e incluso animando a otros demonios para unirse a nuestro grupo. Puede hacerse algo pesado la exploración, pero aquel que busque el combate directo sacado del rol de principio de los noventa estará ante el juego ideal.
La banda sonora, en esta ocasión, es producida por MONACA, un estudio que a muchos no les sonará pero seguramente si conozcáis a uno de los productores o mandamás de él, un hombre conocido como Keiichi Okabe; responsable de dar luz; vida y color con su música a Drakengard, NieR e incluso Tekken. Lamentablemente aquí la música pasa sin pena ni gloria, con temas respetables pero sin ir más allá.
El doblaje al japonés, con seiyuus bastante conocidos, ensombrece al doblaje al ingles; siendo este carne de meme. Tampoco contaremos con tantas líneas vocales, Pero dado que los diálogos son tan insulsos, no parece que Atlus haya querido esforzarse en él.
Hace unos años jugué a Dragon Quest XI en las vacaciones de verano. No soy fan de su historia y hay puntos que, bueno, si que noto una mejora narrativa en comparación con su novena o la vanagloriada octava entrega de la franquicia de Square Enix. Pero a pesar de eso.. me dejó cerca de cien horas, invertidas en mi descanso y mis momentos de paz.
Era un juego divertido; con un combate apasionante y una dificultad ajustada; con sus mazmorras elaboradas y sus pueblos lleno de vida y de casas que explorar. Además de Dragon Quest XI, en años anteriores han llegado juegos de ese corte para entretenernos esas acaloradas tardes y noches; como Xenoblade Chonicles 3 por ejemplo.
Soul Hackers 2 creo que intenta copiar la fórmula del juego que llega para satisfacer las necesidades que tiene el jugador de rol japonés en plenas vacaciones. No es la opción más recomendada pero si que te ofrecerá unas cincuenta o sesenta horas de mazmorreo; combates ajustados y un sinfín de demonios a los que capturar.
Pros:
- El combate por turnos es evolutivo, irá mejorando con el paso de las horas.
- La exploración en las mazmorras.
- Un diseño del futuro distópico con un tono onírico…
Contra:
- …Pero que no consigue ocultar el lastre gráfico con las animaciones.
- Una historia ya vista y sin carisma ni alma.
- La nula integración social con el grupo.